lunes, 17 de septiembre de 2007

LA CAÍDA...

A María el cuerpo le dolía, le ardía, le picaba y su boca era un arenal. Los ojos entre abiertos, no divisaban luz alguna y aunque quería moverse, no podía. Entonces volvió a cerrar los ojos y las imágenes del día anterior le venían a la cabeza como flashes.
Su casa, el teléfono, la cita, el paquete, el pedido, la orden, la calle, los autos, los hombres, la huida, los gritos, la caída. Su casa, el teléfono, la cita, el paquete, el pedido, la orden, la calle, los autos, los hombres, la huida, los gritos, la caída. Su casa, el teléfono, la cita, el paquete, el pedido, la orden, la calle, los autos, los hombres, la huida, los gritos, la caída.
María abrió los ojos sobresaltada, intentó moverse y otra vez su cuerpo no la dejó. Y entonces lo inevitable, el miedo, el pánico, el horror, los sueños perdidos, la sensación de asfixia, las palpitaciones, las palpitaciones, las palpitaciones, las sombras, las palpitaciones, las palpitaciones, las palpitaciones, las sombras, las palpitaciones, las palpitaciones, las palpitaciones, las sombras.
Algo la pincha y ahora María no siente nada, no tiene miedo, ni dolor, ni pánico ni nada. Algo o alguien había logrado que esas sensaciones pararan de una buena vez. A su cuerpo ahora lo movían, lo arrastraban, María no sabía adónde la llevaban, pero ya no le importaba, o no le preocupaba, o tal vez le daba lo mismo.
Ahora los músculos se le empiezan a desentumecer, los oídos se destapan y María escucha: ruidos, motores, voces. Su cuerpo siente que algo se despega del suelo y enseguida es metido, su cuerpo, en algo que no es muy cómodo, parece una caja, pero no podría asegurarlo.
Ahora está casi segura, María está volando en algo que se parece a una caja. La caja es empujada y María siente que cae y María le reza a un Dios del cual nunca estuvo segura que exista. Y entonces lo inevitable: el miedo, el pánico, el horror, los sueños perdidos, la sensación de asfixia, las palpitaciones, las palpitaciones, las palpitaciones, las sombras, las palpitaciones, las palpitaciones, las palpitaciones, las sombras, las palpitaciones, las palpitaciones, las palpitaciones, las sombras, la caída.

Tito.-

4 comentarios:

yanina dijo...

tremendo!!!! mis palpitaciones también se aceleraban a medida que avanzaba el relato.

Anónimo dijo...

Me gusto mucho el manejo de las repeticiones.

Anónimo dijo...

Muy original y, además, nunca me hubiera imaginado que un texto con ese título se tratara del tema que trata. Aunque parezca obvio decirlo después de haberlo leído. Es demasiado fuerte y no quiero leerlo otra vez porque me imagino demasiado todo. Me imagino ahora lo que habrá sido escribirlo...

Anónimo dijo...

Todo lo que dije recién es un halago (no sé si quedó claro, por eso escribo acá). Lograste muy bien el efecto de lo triste y del horror de una caída como aquélla.