miércoles, 22 de octubre de 2008

CHAU CHAU ADIÓS!!!

Les dejo lo mejor que leí sobre la medida que anunció ayer el gobierno. Aporto sólo dos pareceres personales, sobre la eliminación de las AFJP:

1) La medida del gobierno, es lejos pero lejos lo más progresista que éste realizó en casi seis años de gestión, aun más que las retenciones móviles para las corporaciones agrarias. La verdad no imaginé que este gobierno se iba a animar a darle semejante golpe a los capitales financieros que destruyeron el país.
2) La reacción de los medios de comunicación hegemónicos y en muchos casos con acciones en las AFJP, va a ser mucho más virulenta que durante las retenciones móviles. Vean nada más las tapas de Clarín, o la Nación (sin contar al payasesco Crítica), o vean TN donde hay móviles a todo hora desde la bolsa de comercio (“efecto AFJP se desploma la bolsa”), nos recuerdan que sube el riesgo país (qué cosa es esa) y hasta increíblemente, muestran un video de Perón (en el ‘73) donde éste dice que las jubilaciones estatales son malas e ineficientes. Cuak!!!

Ahora sí, lean al amigo Mario.

Tito.-

Un regreso esperado

Por Mario Wainfeld
Con el desmoronamiento del mercado, la capacidad de fijar precios y de una manera general los niveles de la actividad económica escapa al dominio exclusivo del economista y entra en la esfera de lo político... Aferrándose a la noción de mercado concurrencial e impersonal, los economistas se aferran inconscientemente a la materia de su enseñanza. No sé, pero imagino que las brujas se aferrarían enérgicamente a la brujería.”
John Kenneth Galbraith, Introducción a la economía. Una guía para todos (o casi)

Alejandro Dolina suele explicar que todos los logros humanos son producto de la voluntad de levantarse mujeres. Así las cosas, por dar una serie de ejemplos caprichosos digitados por este cronista, la Torre Eiffel, la Venus de Milo, la teoría de la relatividad, el teorema de Tales, las obras completas de Tolstoi o Sarmiento, el descubrimiento de los antibióticos o la fisión nuclear tendrían ese origen común. Aun tomando razón de la interesante observación causal-costumbrista es del caso resaltar que esas obras humanas (también otras ruines, como la guillotina o el gel para el cabello) se independizan de la intención subjetiva primera de su creador y repercuten en la historia humana por otras variables que se prolongan en el tiempo.
El introito viene a cuento porque buena parte de la discusión política autóctona se obsesiona con las motivaciones del gobernante de turno, a costa de menospreciar o negar el valor de las medidas en debate. Para esa narrativa los gobernantes, entre ellos la actual pareja presidencial, son ávidos de poder, desean ganar elecciones (¡aj!), ansían tener muchos recursos económicos... ambiciones lógicas que se equiparan con pecados capitales. Y esos objetivos descalifican desde el vamos cualquier política pública. Tanto que ni vale la pena internarse en sus consecuencias.
Contra esa corriente de pensamiento bajo, el cronista cree que todo gobernante democrático debe procurar el poder, el consenso y la disponibilidad de dinero. Pero, además, cree que las decisiones deben ponderarse, más allá de los objetivos tácticos, por sus implicancias futuras.
Para entrar de lleno en el tema de esta columna, podemos dar por hecho que la Presidenta quiere cambiar radicalmente el sistema jubilatorio actual, amén de “comprar” iniciativa, ganar espacio político y ampliar la masa de dinero de que dispone el Estado para honrar todo tipo de deudas. Todas esas finalidades son atendibles y la primera, la política social elegida, es tendencialmente elogiable.
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El más grande: El sistema jubilatorio es el sector más vasto de la política social, incumbe a millones de personas, compromete fortunas del presupuesto nacional, incluye un sistema de pensiones y la más grande obra social de la Argentina, el PAMI.
Haber restaurado el paradigma estatal solidario es un acierto, cuya cabal dimensión se conocerá cuando se difunda y debata la letra chica del proyecto de ley. A cuenta, se trata de un paso enorme en el sentido correcto, desandando casi dos décadas de desvaríos colectivos que posibilitaron enriquecimientos bien privados.
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Un cachito de historia: El sistema de las AFJP, rememora con tino el economista Jorge Gaggero, “fue siempre ilegítimo (falto de legitimidad política) e inconsistente. Argentina y Chile fueron usados como conejitos de Indias por los bancos, con la ayuda del ‘Washington Consensus’, el BIRF y el FMI, para luego tratar de imponer el sistema en las metrópolis. Pero ellas no compraron y nos quedó el clavo”.
El engendro formó parte de la urdimbre de un modelo de país. Se desbarataron tramas de solidaridad tejidas durante décadas, se entregó sin contrapartidas el patrimonio estatal, se fragmentaron las políticas sociales transfiriendo las competencias (pero no los fondos necesarios para ejercitarlas) a las provincias. Se regaló la empresa estatal de petróleo, disparate no empardado en ningún otro país homólogo, para colmo de colmos se renunció a imponer la renta respectiva.
Hubo dosis industriales de corrupción, imprevisión y necesidad de “caja” en ese trance, pero también medió una finalidad ideológica: consagrar un ideario individualista, egoísta, despectivo del futuro, carente de responsabilidades colectivas y de solidaridad con los más pobres o con las provincias menos dotadas. Se socavaron los acuerdos intergeneracionales. Las AFJP no fueron un lirio del campo, brotado por algún azar: cuajaban a medida en ese enchastro.
Aun quienes las parieron confesaron en la sala de partos que una finalidad básica era generar un mercado de capitales, inexistente en el país. La falta absoluta de contralor estatal lubricó que esos capitales fueran preponderantemente especulativos, volátiles, golondrinas se les dice afrentando a tanto poema que enaltece a tan queribles pajaritos.
Una sociedad despectiva del porvenir, acuñada a puro presente, era armónica con la apropiación particular de los propios ahorros y con el quiebre de las alianzas de clase y de los lazos que (en países capitalistas no puramente hobbesianos) debe vincular a los laburantes activos y los pensionados.
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Los días que vuelan: La reestatización del sistema jubilatorio es un salto cualitativo en la doble gestión del kirchnerismo pero no una incongruencia. Durante el mandato de Néstor Kirchner se amplió generosamente la cobertura que roza el rango universal, sí que con mensualidades predominantemente bajas. También se reabrió (y se estimuló) el pasaje del sistema privado al público con buena respuesta de los beneficiarios. Por último, se honró el fallo de la Corte estableciendo por ley un sistema de actualización que garantice el respectivo principio constitucional, ignorado durante décadas.
La gestión Ocaña en el PAMI redujo exponencialmente los márgenes de corrupción tradicionales en el Instituto lo que, en sinergia con una etapa de crecimiento, mejoró exponencialmente las prestaciones.
Los alcances de esos pasos son objeto de polémica, la comparación con los gobiernos precedentes embellece a los dos Kirchner.
Si la Casa Rosada halló el momento adecuado para mejorar su desempeño, también se movió en un contexto internacional que alienta ese tipo de incursiones estatales. Los gobiernos de todo el planeta compiten a la hora de tomar en sus manos los recursos otrora intocables del sistema financiero y sus afluentes como las AFJP. La intervención de la presidenta Cristina es similar a las que arriesgan, en el cotidiano, sus pares de las principales potencias.
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Letra chica y gentes grandes: El acuerdo general reseñado no se adentra en la ejecutoria legal, que sólo puede ser valorada a fondo a medida que se controvierta el proyecto de ley en el Parlamento y en el ágora. El modo de ejecución puede resentir (y, en el extremo, desbaratar) las mejores iniciativas.
La restitución de un modelo jubilatorio estatal y solidario no se acomete sobre una tabula rasa. Se resuelve en un escenario dominado por el paradigma anterior en el que existen derechos adquiridos y expectativas dignos de la mayor consideración. Todas las personas incluidas en el sistema privado (los relativamente pocos beneficiarios que ya cobran, los aportantes y los empleados) son portadores de derechos implantados por el estado, plenos de legalidad y dignos de amplia tutela. Ese abanico de situaciones exige herramientas muy completas que no los desamparen. No son los responsables del desaguisado cometido ni deben ser sus víctimas.
También le cabe al Gobierno generar mecanismos que impidan que los recursos se esfumen o dilapiden. El cronista no cree que la panacea sean mecanismos de afectación específica, cuanto menos por dos razones. Porque serían insuficientes en el corto o mediano plazo y también porque es deseable que el estado tenga disponibilidad variada para aplicar los fondos públicos, lo que no equivale, para nada, a la discrecionalidad absoluta o a la falta de regulaciones.
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Coaliciones y retórica: Los diarios de negocios y de derecha se plantaron duros frente al anuncio, los partidos políticos que expresan ese tramo ideológico (PRO y Coalición Cívica) no se quedaron atrás. El SI difundió “que está conceptualmente de acuerdo” con la medida mientras el diputado Carlos Raimundi mapeaba en la vereda de enfrente a “sectores de la banca internacional herida por la crisis”. Se manifestaron motivados a ser “una oposición no obstruccionista” y exigieron precisiones y custodias a los derechos de los jubilados. La reacción, sensata y sistémica, podría preludiar un horizonte de alineamientos más claros que los que derivaron de la Resolución 125, aunque ese desemboque depende de la astucia, tolerancia y capacidad de convocatoria de un oficialismo, muy proclive al ensimismamiento.
Y ya que de eso hablamos. La oratoria de la Presidenta y la del joven decontracté titular de la Anses, Amado Boudou, no fueron, a ojos del firmante, las más atinadas en un momento histórico. Cristina Fernández y Amado Boudou le hablaron a auditorios variados y, obsesionados por resaltar el costado social de la medida, subestimaron (y hasta negaron) la decisión estatal de capturar fondos mal habidos, sacarlos del circuito privado y llevarlos al público. Como hacen todos, desde el primer ministro británico Gordon Brown para abajo. Esa omisión supuestamente embellecería la decisión en el imaginario oficial, a los ojos del cronista la priva de facetas que son válidas y que (como se dijo en el primer párrafo de esta nota) pesaron en la toma de decisiones. Ante una audiencia variopinta, en promedio recelosa del manejo de la Presidenta, hubiera sido funcional y sincero dar cuenta de la sustentabilidad económica del Estado para cubrir las deudas públicas.
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No hay una sola AFJP, pero hay pocas: En Chile el sistema de las AFJP tropieza y se estudia la reversa al sector público. No llegan a una docena otros países que insisten en el engendro, ninguno entre los más poderosos. La reputación de las aseguradoras locales es poco envidiable, se sabe que cobraron comisiones fastuosas, que curraron con afiliaciones compulsivas. Eso sí, gastan fortunas en pautas publicitarias en los medios en las que nunca buscan distinguirse por los beneficios sino por el cotillón. Pagan menos que el sistema público. Serán defendidas, como cuadra, por sus dueños y por quienes comparten su sustrato ideológico. Se trata de adversarios fuertes, dignos de respeto por su tamaño.
El Gobierno decidió enfrentarlos, en un momento tormentoso. Deberá hacerlo con destreza, sin abrir flancos técnicos ni proyectar temores a terceros. También deberá ser sagaz en plasmar coaliciones parlamentarias, mejorando mucho sus torpeza y sectarismo cuando el conflicto de las retenciones móviles. Esta historia, que será dura, recién empieza.

lunes, 20 de octubre de 2008

Conejo


"Estábamos duchándonos con Passarella y le dije: 'Si vienen a saludar los comandantes, me enjabono bien los huevos y les doy la mano sin limpiármelas".

jueves, 9 de octubre de 2008

HASTA SIEMPRE


NICOLAS CASULLO 1944-2008

miércoles, 8 de octubre de 2008

DE INDIGNACIONES Y AUTOCRÍTICAS...


Seguramente el manual del pequeño periodista ilustrado, dirá que esta terminantemente prohibido empezar una crónica diciendo: “Lo que a mi me indigna” o “es indignante”. Seguramente se me dirá, que esa primera persona usada tan tajantemente, le imprime una fuerza tal al mensaje que es imposible apartarse de ella durante el resto del texto. Seguramente los periodistas ilustrados sostendrán, que de comenzar así con mi crónica, pierdo de manera total la objetividad que todo buen profesional, debe saber guardar en sus escritos. Es por eso que comenzaré mi pequeña crónica de la siguiente manera:

Lo que a mi me indigna de la crisis que padece el sistema financiero internacional, es la nula autocrítica que los tipos que crearon el monstruo tienen.
Hoy Bush (George) decía que el sistema nunca falló, que hay que darle tiempo, esperar que se recupere. Mientras tanto anunciaba que ahora también el Estado va a hacerse cargo de la deuda privada de las empresas industriales. Según Arbusto, esto hará que las empresas “sigan dando crédito a la gente común”.
El mensaje seria el siguiente: “Estimados compatriotas, deberán pagar la orgía financiera que estalló; pero acuérdense que en realidad haciendo esto se benefician. Salvando a los que durante años hicieron lo que quisieron, se terminan beneficiando ustedes. ¿Cómo dicen? que no quieren contribuir de más para salvar el sistema financiero, lástima ya esta hecho. Hay que salvar el sistema, y si no les gusta por las buenas, les tendrá que gustar por las malas.
Seguramente el presidente estadounidense y sus ideólogos pensaran: ”con un poco de publicidad, en unos meses los convencemos de vuelta a estos boludos, de que el Mercado libre es la panacea de la humanidad y sino se convencen les metemos fierros y punto. ¡Que tanto! Después de todo así funciona el capitalismo. (Nota: Calculo que sólo piensan sus ideólogos; Jorge no parece muy ducho para eso de pensar, si, para cumplir órdenes).

La misma indignación me producen todos los tipos que destruyeron el país y que ahora se le pasan dando soluciones acerca de lo que hay que hacer para enfrentar la crisis. Antes el problema era que no estábamos insertos en el mundo porque no había inversiones, ahora parece que aunque no estemos insertos, el tsunami financiero nos destruirá de todos modos.
Nada, no se critican, nada. Se la pasan dando consejos ultra conservadores todas las noches en canales de cable como TN o C5N (el ¿oficialista? C5N), sin realizar ni una pequeña reflexión autocrítica. Por si fuera poco ninguno de los periodistas que los traen al piso se les ocurre decir: "pero escuche señor Rojo, (sólo por decir uno de los cientos que pululan por los medios) todas las recetas que usted propone ya fracasaron rotundamente, el mercado necesita del Estado para no explotar y usted sigue hablando de lo mismo que hace 20 años".
Uno no espera que digan: “la salida a todo esto es el socialismo” o “aprendimos la lección” o tal vez “esta crisis nos hace pensar que debemos empezar a repartir la torta, entre todos”. No nada de eso espero; pero un poquito de autocrítica, no nos tomen tan de boludos. Hacen de cuenta que la crisis empieza por misterio de la gracia divina, de la nada, como por arte de magia, como si ellos no tuvieran nada que ver.
Todo esto me hace surgir la siguiente pregunta: ¿señores ilustres periodistas, sino puedo decir que el discurso de estos tipos ME INDIGNA, para qué escribir sobre el tema?

Tito.-

viernes, 3 de octubre de 2008

DIGNIDAD Y RESPETO

Por Alejandro Kaufman
Publicado en BAE (Buenos Aires Económico el 4 de septiembre de 2008)
Nuevas protestas docentes y estudiantiles denuncian la naturalización de la pertinaz indigencia material en aulas, bibliotecas y laboratorios. Cada tanto se desencadena la indignación y la impotencia de miles que salen a la calle, dictan clases públicas, ocupan sedes escolares o universitarias. Estos acontecimientos suelen ser relatados por los medios de comunicación hegemónicos y por diversos protagonistas sociales y políticos en formas ambivalentes. En las pantallas, la miseria y la precariedad se exhiben de una manera obscena.
¿Denuncia? ¿Lesión de un bien valorado? ¿Demostración de un conflicto social? En lugar de todo ello, se nos impregna de ambigüedades morbosamente editadas y exentas de salvaguardas reflexivas o analíticas. ¿Por qué asistimos a imágenes calcadas, siempre reiteradas, transitadas con prolijidad? Imágenes que se nos presentan con la cifra de la miseria: producen tanta compasión como rechazo. La compasión es la contracara del extrañamiento. Si eso desagradable que se exhibe no puede dar lugar a un comportamiento de superación y remedio, si forma parte de una condición de normalizada persistencia, el mensaje –entonces- ya no opera como denuncia, ni siquiera como información de lo que contiene. No es el contenido aquello que se informa como tal en relación a un problema que se podría examinar y con el que comprometerse. La minucia obscena y recurrente de lo que no tiene remedio se convierte en el signo de lo extraño. Aquello es de lo que hay que alejarse. Aquello es lo que habría que separar del flujo de lo deseable. No puede haber maniobra más confluente con los intereses privatistas que semejantes exhibiciones de impudoroso menoscabo.
Los espectadores ¿no lo advertimos? Quienes piensan -no obstante todas las evidencias- que la exhibición es valiosa sin contradicciones, cualquiera sea la forma en que se presente, ¿no borran con el codo lo que escriben con la mano? Quién sabe. La exhibición del pintoresquismo compasivo se ha convertido en costumbre, y es de esperarse que los órganos de la sensibilidad se hayan anestesiado. De otro modo, reaccionaríamos espantados ante tales imágenes, y requeriríamos otras modalidades narrativas. La demanda de modalidades narrativas alternativas, discretas acerca de los detalles morbosos pero ricas en análisis e interrogantes, habrán de impulsar futuros movimientos sociales, salvo que ni siquiera alberguemos la esperanza de que la imaginación creadora de los colectivos sociales prevalezca sobre la esclavitud sensorial.
El fondo de lo que el espectáculo presenta como obscenidad remite a muy antiguas tradiciones de exhibición pública de la humillación y muerte de una víctima propiciatoria. Los medios hegemónicos vienen haciéndolo con la educación pública desde hace años. Sus esfuerzos exhibitivos de lo deletéreo son inversamente proporcionales de los que emprende para informar, debatir o analizar. Un charco de agua sucia en un sótano se basta a sí mismo para incidir en las retinas. No hace falta ninguna otra dimensión del sentido para justificar y completar una agenda.
Es lo que estuvo en juego en el drama de la redistribución de las becas para los secundarios. Allí se procedió comunicando un aserto impecable y racional. Hasta remedaba de manera sorprendentemente invertida un debate reciente en otra escala: redistribución de la riqueza. Quitar magros fondos a quien no los necesita para dárselos a quien más los necesita. ¿No era de eso que estábamos hablando? Hay aquí solo una aparente similitud lógica, porque el caso fue el contrario, anular una escasez para reforzar otra. Propuesta no resistida por su debilidad lógica, para sorpresa de los responsables, sino por la inadvertida consecuencia humillante para sus destinatarios. Una equidad mal entendida, en un contexto de carencias y largas historias de menoscabo. Se logró así que los estudiantes ocuparan por lo menos una docena de colegios. Es curioso que ni en este caso ni el de las universidades escuchemos hablar de dignidad y respeto. Esos son valores reservados a los productores de alimentos.
Loly

miércoles, 1 de octubre de 2008

NIETA, SE BUSCA...

Esta es la nieta de Chicha Mariani, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo. A los 90 años lo único que quiere Chicha, es encontrarse con su nieta que los genocidas Camps, Etchecolatz y compañía le robaron cuando mataron a su nuera. A continuación les pego la foto y la carta que Chicha le escribe a su nieta, para que todo el que entre a este blog la difunda y si por esas casualidades de la vida Clara entra al blog, se pueda reconocer en su foto de bebé.

Tito.-