viernes, 3 de octubre de 2008

DIGNIDAD Y RESPETO

Por Alejandro Kaufman
Publicado en BAE (Buenos Aires Económico el 4 de septiembre de 2008)
Nuevas protestas docentes y estudiantiles denuncian la naturalización de la pertinaz indigencia material en aulas, bibliotecas y laboratorios. Cada tanto se desencadena la indignación y la impotencia de miles que salen a la calle, dictan clases públicas, ocupan sedes escolares o universitarias. Estos acontecimientos suelen ser relatados por los medios de comunicación hegemónicos y por diversos protagonistas sociales y políticos en formas ambivalentes. En las pantallas, la miseria y la precariedad se exhiben de una manera obscena.
¿Denuncia? ¿Lesión de un bien valorado? ¿Demostración de un conflicto social? En lugar de todo ello, se nos impregna de ambigüedades morbosamente editadas y exentas de salvaguardas reflexivas o analíticas. ¿Por qué asistimos a imágenes calcadas, siempre reiteradas, transitadas con prolijidad? Imágenes que se nos presentan con la cifra de la miseria: producen tanta compasión como rechazo. La compasión es la contracara del extrañamiento. Si eso desagradable que se exhibe no puede dar lugar a un comportamiento de superación y remedio, si forma parte de una condición de normalizada persistencia, el mensaje –entonces- ya no opera como denuncia, ni siquiera como información de lo que contiene. No es el contenido aquello que se informa como tal en relación a un problema que se podría examinar y con el que comprometerse. La minucia obscena y recurrente de lo que no tiene remedio se convierte en el signo de lo extraño. Aquello es de lo que hay que alejarse. Aquello es lo que habría que separar del flujo de lo deseable. No puede haber maniobra más confluente con los intereses privatistas que semejantes exhibiciones de impudoroso menoscabo.
Los espectadores ¿no lo advertimos? Quienes piensan -no obstante todas las evidencias- que la exhibición es valiosa sin contradicciones, cualquiera sea la forma en que se presente, ¿no borran con el codo lo que escriben con la mano? Quién sabe. La exhibición del pintoresquismo compasivo se ha convertido en costumbre, y es de esperarse que los órganos de la sensibilidad se hayan anestesiado. De otro modo, reaccionaríamos espantados ante tales imágenes, y requeriríamos otras modalidades narrativas. La demanda de modalidades narrativas alternativas, discretas acerca de los detalles morbosos pero ricas en análisis e interrogantes, habrán de impulsar futuros movimientos sociales, salvo que ni siquiera alberguemos la esperanza de que la imaginación creadora de los colectivos sociales prevalezca sobre la esclavitud sensorial.
El fondo de lo que el espectáculo presenta como obscenidad remite a muy antiguas tradiciones de exhibición pública de la humillación y muerte de una víctima propiciatoria. Los medios hegemónicos vienen haciéndolo con la educación pública desde hace años. Sus esfuerzos exhibitivos de lo deletéreo son inversamente proporcionales de los que emprende para informar, debatir o analizar. Un charco de agua sucia en un sótano se basta a sí mismo para incidir en las retinas. No hace falta ninguna otra dimensión del sentido para justificar y completar una agenda.
Es lo que estuvo en juego en el drama de la redistribución de las becas para los secundarios. Allí se procedió comunicando un aserto impecable y racional. Hasta remedaba de manera sorprendentemente invertida un debate reciente en otra escala: redistribución de la riqueza. Quitar magros fondos a quien no los necesita para dárselos a quien más los necesita. ¿No era de eso que estábamos hablando? Hay aquí solo una aparente similitud lógica, porque el caso fue el contrario, anular una escasez para reforzar otra. Propuesta no resistida por su debilidad lógica, para sorpresa de los responsables, sino por la inadvertida consecuencia humillante para sus destinatarios. Una equidad mal entendida, en un contexto de carencias y largas historias de menoscabo. Se logró así que los estudiantes ocuparan por lo menos una docena de colegios. Es curioso que ni en este caso ni el de las universidades escuchemos hablar de dignidad y respeto. Esos son valores reservados a los productores de alimentos.
Loly

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Este artículo ya tiene un mes desde que lo escribió Kaufman, pero me pareció interesante poder ver en un sólo texto cómo se tocan varios temas y justo ahora en que los del "campo" vuelven a la carga y cuando lo del reclamo por la universidad y los colegios nunca se terminó ni de informar y lo "candente" se supone que ya pasó....

Anónimo dijo...

Es sorprendente de todas maneras como ciertas personas con mas de dos dedos de frente compran este tipo de discurso solidarizador clasemediero y mediatico, por nombrar un par de actores nomas.
No es sorprendente que lo compre otro sector de la sociedad que está acostumbrado a eso de comer mierda. Y mucho más como lo fue en el caso de la protesta del campo, cuando los emisores de ese discurso (clase media urbana por decir un ejemplo) eran los mismos consumidores del mismo. Es como cagar y comerse la propia mierda (a sabiendas de eso, o lo que es peor, ocultándoselo a sí mismos, autocreyéndoselo). No me sorprende de ellos, si se me permite la generalizacion. Es lo que dice Kauffman ¿por que solidaridad con algunos y no con otros?¿Que mecanismo opera por el cual alguien se siente identificado o se convierte en justiciero acacerolado (esté equivocado o no) para defender a un productor rural, pero no para defender la educación pública?¿Por qué la solidaridad aflora en un caso, pero no en otros? Esta pregunta, simple, estúpida, suele pasarles de largo a los periodistas "comprometidos".
No me sorprende de los medios hegemónicos, que tienen claros intereses para desinformar.
Lo que me sorprende a veces es a los "compradores" de esos discursos (y hablo de lo cotidiano, no de personalidades públicas) que se apropian de las "noticias" como si estuvieran en un todo por dos pesos, cualquier oferta viene bien, sin siquiera tener un atisbo de sospecha que se está comprando mercadería podrida.
¿Culpa del chancho o del que le da de comer?

Dotas dijo...

¿Que mecanismo opera por el cual alguien se siente identificado o se convierte en justiciero acacerolado (esté equivocado o no) para defender a un productor rural, pero no para defender la educación pública?

Si hablamos de medios, hablamos de percepciones, puros significantes encadenados según el gusto o interes editorial del medio y/o sector del que se trate. Entonces, como hablamos de percepciones, se deben, aunque pueda sonarle mal a alguno, cuidar las formas. ¿Por qué?, Para no darle al otro el camino que no tiene para desdibujar un tema en cuestión. Para que pueda semiotizar el referente. A eso hay que sumarle la relación aspiracional y/o identificatoria que tenga el "comprador de mercadería podrida" con quién realiza el reclamo. Si tenes un buen significante servido en bandeja para poder anclar el discurso y encadenar con un conjunto de identificaciones, bingo pan comido! Operas con una simple metonimia, tomas la parte relevante que llama la atención como el todo y omitis o relegas la pertinencia o no del reclamo que por lo general en el fondo es correcto y necesario. Pero mal representado a los ojos de la "opinión pública".
Entonces, cortes, tomas, gritos, actos, carpas, paros, circo, son significantes bastante fáciles de desdibujar en la percepción pública si esa es la intención.
Todo depende del contexto, existente o fabricado, donde se da la cuestión.
Mirá que distinto se percibe en los medios la nueva protesta del campo. El campo hace lo mismo de antes, el gobierno reacciona distinto y el contexto es otro donde, haciendo cuentas, el "reclamo" actual supuestamente tendría más argumentos que el anterior (sequía, baja de precios internacionales, etc). La clave radica en la sutileza para hacer y decir las cosas. El ya famoso extremar las situaciones al pedo!

Anónimo dijo...

y qué pretende Kaufman, que los medios hegemónicos, reivindique, a la educación pública?
Yo creo que más allá de la denuncia que es compartida, hay que empezar a ver qué herramientas uno tiene para combatir al discurso mediático homogenio y hegemónico

Saludos.-

Anónimo dijo...

"La clave radica en la sutileza para hacer y decir las cosas. El ya famoso extremar las situaciones al pedo!"

Es solo una parte del problema. Ojala solo se trate de un tema de formas y no de fondos.
Y tambien es una metonimia tomar una parte del problema (la cita, tu ultima frase) como el todo.
Es mucho mas complejo que "extremar las situaciones al pedo" (con lo que coincido).

Dotas dijo...

Nico, coincido, es una parte. Pero la parte que se juega en los medios de comunicación masiva en los cuales no hay mucho margen para hablar sobre Fondos. Si encima arrancas con una mala forma,...ya estas perdido de entrada.

Che,..se siguen cayendo las bolsas....!