La Cita

La cama llena de ropa y papeles que no piensan ser leídos. De lejos el murmullo de un televisor me hace pensar de qué se estarán riendo todos aquellos dentro de la pantalla… no, no me causa gracia. Los ojos secos, por cansancio, por fijar la vista sobre la pantalla vacía o sobre esos papeles que nada interesante tienen para decirme. Negación. Sé que están ahí pero no quiero verlos, no quiero entenderlos. El silencio en la casa me aturde y me da miedo salir del cuarto. Sola entre cuatro paredes siento eso, la soledad. Sí, llegó el momento que tanto temía. Decido apagar la tele, para darme cuenta si es eso lo que está pasando, para asegurarme de que sea cierto. Es tan necesaria algunas veces. Pero le temo. Ese vacío liberador me desespera, me hace sentir feliz, pero también culpable. Los ojos se me humedecen, parecen lágrimas, pero sé que no es tristeza. Sola con ella que es mi peor enemiga, mi mayor temor… la enfrento cara a cara, en el medio de la noche muriendo de sueño y sin poder dormir. Y me perturba. Sentir que la necesito me perturba, enfrentarme a ella significa, por un rato, enfrentarme a mis decisiones, mi vida, mi realidad, por una noche. Me inspira y lo vuelco en un papel, lo que me sale, lo que siento en este momento. Y no me siento sola, sino en soledad. Y de a poco me voy encontrando en ella. Me acerco despacio y empiezo a acostumbrarme, pero no quiero sentirle el sabor, porque sé que es peligroso, en medio de el caos, encontrarse por un rato con uno mismo, esa ausencia, la encuentro, la acepto y puedo empezar a relajarme… porque estar sola, frente a frente conmigo misma, no era tan dificil como creía.


Ce.-