lunes, 24 de diciembre de 2007

EL KAMIKAZE

Siempre supe que mi vida iba a ser corta. No es que sea un pesimista, pero la experiencia es la mejor escuela, y siempre fui lo suficientemente observador como para no dar crédito a lo que me dijeran otros y para internalizar por propia cuenta mi fatal destino. Lo que me atormenta, sin embargo, no es esto. Me persigue una ferviente obsesión por aprovechar cada instante que me queda al máximo.
Trato de cumplir con esta premisa en todo momento. Sin embargo hay determinadas circunstancias o condiciones que fomentan en mí este radical énfasis. Uno de esos condimentos es el calor. Sí, el calor, así tan simple y vulgar como aparenta. No sé realmente qué efectos biológicos causa en mí, pero lo cierto es que me siento mucho más fuerte, más rápido, más vivaz. También es cierto que todos salen a “trabajar” en esos días, y que se genera una superpoblación que realmente me ofusca, de hecho odio la acumulación de las masas.
De todas maneras siempre me sentí diferente al resto. Nunca elegí a mis víctimas como mis pares, a mí no me persigue una motivación tan vital o primitiva como la que los mueve a ellos. Lo mío siempre fue algo que se asemeja a lo que, dicen, se llama “arte”. ¡Qué mérito existe en atacar a un obeso indefenso, o a una anciana distraída! La vida me sería más fácil, es cierto, pero también más aburrida y elemental. Algunos dicen que soy un desequilibrado, un kamikaze. Pero eso no es cierto; sólo soy un inconformista. Un soñador. Y a veces, pelear por lo que uno quiere requiere poner en riesgo la propia vida.
Mi modo de actuar es metódico y sigiloso. Espero a que se haga tarde, muy tarde a la noche, y fundamentalmente, a que se haya eliminado todo vestigio luminoso. Ahí es cuando pongo manos a la obra, y todos los míos saben que trabajar a oscuras no sólo es más difícil, sino mucho más peligroso. Me acerco poco a poco a mi víctima. Rondo por su cabeza, incluso hasta le susurro al oído… Pero mi arte radica en el peligro. Nunca ataco a una víctima si está dormida, este accionar siempre me pareció patético, de la más baja calaña. Cuidadosamente, me muevo de forma tal de causar en mi víctima los efectos necesarios para sacarla del letargo. Finalmente ésta se despierta, ofuscada, frustrada, molesta y es justo en ese momento de furia cuando mi accionar llega a su punto culminante. El elixir tan preciado. Ataco valientemente, no sin antes esquivar hábil y rápido los continuos manotazos, y aunque algunos logran rozarme, esto sólo provoca en mí la más firme convicción de continuar con mi tarea. Finalmente la lucha acaba y resulto victorioso (al menos hasta ahora). Mi víctima abandona la feroz lucha y se recuesta tranquila en la cama, dormida y derrotada.
Saciado, retorno a mis aposentos con la satisfacción vital y moral de la tarea cumplida; agitado, nervioso, pero feliz por saber que no soy tan común y corriente como mis contemporáneos.

Nico.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen cuento Nico. Hay un libro de Dequensey que se llama "El Asesinato como una obra de arte", es muy bueno y viendo las inquietudes que pesentas en este texto, te recomiendo que lo leas.
Saludos

Anónimo dijo...

No sé por qué me hizo acordar a una película donde la asesina mataba a sus víctimas luego de citarlos en restaurante, pidiéndoles que se presenten con una rosa roja. Lo hacía sólo porque estaba despechada con los hombres, me pareció todo lo contrario al cuento. El asesino de tu cuento Nico es más original. Muy bueno.

Anónimo dijo...

Mi asesino en realidad no es ningun asesino, de hecho ni siquiera se trat de una persona...

GRUPO 28 dijo...

AHORA SE QUE NO SOY EL UNICO QUE MORIRA JOVEN. CREO QUE UNO ESCRIBE LO QUE ES UNO, INCONSCIENTE O CONCIENTEMENTE. TU IMPERSONALIDAD REFLEJA QUE LLEVAS UN ASESINO REPRIMIDO ADENTRO. Y ESO ME ASUSTA. TAL VEZ NO SE TRATE DE MATAR, PERO EN ALGO SE DEBE MANIFESTAR EN VOS...

Anónimo dijo...

Bueno definitivamente me siento un pelotudo, pero por lo menos tengo la certeza de que no fui el único.
El otro día cuando lei tu cuento, nico, lo hice realmente rápido y no me di cuenta de qué cosa hablaba exactamente.
Bueno luego de tu comentario y volviendolo a leer, el cuento me gusta definitivamente más. Sobre todo por que yo odio a los mosquitos, animal que no sirve para una mierda, salvo para cgarme la vida por las noches.
saludos

Anónimo dijo...

Ahora yo también me siento una tona....jajajaj, tu cuento está mucho mejor de lo que pensaba..

Anónimo dijo...

Es cierto Nico, el cuento da un giro total y absoluto después de tu explicación. Yo que vos no lo explicaba. Esta muy bueno tanto al leerlo pensando una cosa como al leerlo de nuevo sabiendo de que se trata.

Anónimo dijo...

Muy bueno Nico. Cuando lo iba leyendo, y lo voy a decir sin tapujos, me imaginé algo....sexual!!!no voy a dar detalles en público...pero después no me cerraba y pensé en el "mosco", como les digo yo.
Mente retorcidas...

Dotas dijo...

Me pasó lo mismo,..no me había dado cuenta, aunque lo de los manotazos fue una pista que no debería haber pasado por alto!!

Definitivamente, genial!!....muy bueno

Anónimo dijo...

Nico, me gustó tu forma de describir sin decir, se le puede dar una libre interpretación. Fue bueno y breve, por eso, doblemente bueno.
Abrazo