La muerte del Willy

Guillermo “Willy” Oddó Parraguez fue asesinado el 7 de noviembre de 1991 a las dos de la mañana de un sábado en Santiago de Chile. Su asesino o asesina, un travesti de diecisiete años llamado Roberto Montenegro sigue preso. Con rasgos juveniles y un perfil casi femenino fue como confundió a Oddó antes de acuchillarle la axila, salir corriendo y dejarlo desangrándose hasta la muerte. Según Manuel Délano, periodista de El País de España que realizó una nota un día después de los hechos, el incidente habría comenzado porque la víctima se había percatado de que Montenegro era un hombre.
La discusión principal, que tuvo lugar en el auto de Oddó fue porque el travesti quería el dinero que cobraba por sus servicios por adelantado, antes de empezar cualquier conversación. Ante las cámaras de televisión dijo “sólo quería asustarlo para poder bajarme del auto, no quería matarlo y tampoco sabía quién era él”. Luego se enteraría que, a quien acababa de asesinar era “el Willy”, uno de los integrantes del mítico grupo Quilapayún.
Esta banda de neofolklore revolucionario nació en 1965 y su nombre guaraní tiene un significado en español que es “tres barbas”. Su lema original fue representar a la clase obrera e introducir en sus canciones cada vez más temáticas sociales. Durante sus cuarenta años de existencia sufrió internas, el exilio en Francia durante la dictadura, alejamientos y regresos de sus integrantes, ruptura y vuelta a nacer. Pero el golpe más duro fue la muerte de Oddó Parraguez, guitarrista y percusionista que, de los 48 años que vivió, 20 estuvo junto al grupo, hasta que en 1987 vino a la Argentina a trabajar en gestión cultural.
En el momento de su muerte a manos de Perez Montenegro, en la céntrica Plaza Italia, el músico estaba trabajando como asesor cultural de la municipalidad de Santiago, cargo que le ofrecieron con el retorno de la democracia a Chile luego de 17 años de dictadura pinochetista.
Después de la tragedia, Quilapayún hizo silencio por unos años, luego resurgió dedicándole a Willy, el disco “Latitudes” y unos años más adelante tomando a su hijo Ismael como parte del grupo.
Este triste final de un hombre “propagador de la libertad y la alegría” según palabras de sus colegas, no fue nunca explicado por las autoridades policiales o judiciales como debía ser; quedó con lagunas sobre detalles de los hechos y sin un mensaje claro de la repentina y dolorosa muerte de este artista para el pueblo chileno.

Yani.