lunes, 19 de mayo de 2008

Algunas falacias que se dicen por ahi...

Mucho se ha hablado estos meses sobre el conflicto del campo vs. el gobierno. Muchos argumentos han desfilado, muchas campanas se han escuchado, y las mismas falacias siguen rodando por los mismos medios (sean masivos o coloquiales). Lo cierto es que a esta altura todos creen tener algo que decir acerca del conflicto. Sin intentar realizar un trabajo acabado del tema este artículo se centrará simplemente en un aspecto del problema, a través del análisis de una de las falacias que han corrido y que tanto están cotizando en las casas de las “progres” e indignadas clases medias. Sin miedo a incurrir en desfasajes de estilo (sí, lamentablemente quien escribe también es de clase media), la frase suele ser la siguiente: “Y... si a vos te quitaran la mitad de tu sueldo también te quejarías...”

Una mirada superficial puede hacernos caer fácilmente en las garras de este simplismo, sin embargo un análisis (simplista y básico también) pone de manifiesto que al menos la frase queda descontextualizada, cuando no teñida de animosidad y de falsedad.

A grandes rasgos, hay tres fases o tres momentos que resulta necesario revisar para aseverar con tal fiereza y sencillez la tan bendita frase.

¿Por qué no es equiparable cualquier trabajo, cualquier actividad, con la que tiene que ver con la actividad agropecuaria?

En primer lugar hay que remitirse a la historia misma de la configuración y las características intrínsecas del campo argentino, en relación a la composición de los suelos y a sus cualidades geográficas y geológicas y su relación con el resto del mundo.
Por una cuestión que excede los conocimientos del autor de esta nota, el suelo argentino es más fértil que el de otros países del mundo. Apelando a la también coloquial frase “Acá tirás una semilla y crece sola...” podemos dilucidar sin mayores problemas este asunto. Para explicar la frase de un modo más “académico” hay que decir, que por una cuestión que supera a aquél que explota la tierra, por una cuestión “azarosa”, el suelo argentino es muy propenso a ser cultivado sin necesidad de realizar extraordinarios gastos en el cuidado y el mantenimiento del mismo (acerca de esto hay consenso de los expertos en la materia). Esto quiere decir que el costo que debe invertir el propietario del campo es infinitamente inferior al costo que debe afrontar, por ejemplo, el propietario estadounidense, o el europeo. Son las famosas “ventajas comparativas” del sector agropecuario, ventajas que nos permitieron acceder a la no menos famosa denominación de “granero del mundo” en tiempos más lejanos. Es decir que para Argentina o mejor dicho, para los productores agropecuarios argentinos (basta de metonomizar), explotar este tipo de suelo es algo así como tener las gallinas de los huevos de oro. Eso no significa que éstos no trabajen, o que un cultivo “se haga solo”, pero nos resitúa en el análisis saber que por lo menos los productores “se benefician” de “nuestro” tipo de suelo, y de las condiciones climáticas en general (no desconozco las heladas o sequías coyunturales que suelen arruinar los cultivos, lo que intento expresar de manera general es la tendencia positiva y favorable de las condiciones argentinas).

Primer rasgo a tener en cuenta, las ventajas comparativas y la “suerte” de estos propietarios de poder explotarlas (no pretendo en este artículo analizar el modo de apropiación de las tierras de muchos –no todos- de estos productores, porque tendría que remontarme a Roca, o a los tantos “Anchorenas” beneficiados por ser familias amigas de la oligarquía rural de antaño).

Segundo punto a tener en cuenta: el tipo de cambio. Mucho se habló de esto también. Que el tipo de cambio perjudica a los productores, que los insumos son en dólares, que cada vez los fertilizantes están más caros, que los números no cierran...Sin ser un experto en economía, me resulta chocante hasta lo infantil (y hablamos de un infante no muy lúcido) este argumento. No pretendo negar el aumento de los costos en dólares por parte de los productores, pero ¿olvidan que sus productos exportados se pagan en dólares también? Es decir, debido a una medida que los excede (o sea, una medida en la que no participaron, una medida estatal) se vieron extraordinariamente beneficiados, ya que con la convertibilidad, cada producto pagado en dólares equivalía lo mismo en pesos, pero la nueva situación a partir de 2003 hizo que, de repente ¡¡¡ triplicaran sus ganancias!!!! Ya explicamos que el campo posee ventajas comparativas por las que los costos (si bien en dólares –y no todos-) son menores en relación a la renta que se obtiene de la explotación agraria (¡como no serlo! Incluso en Europa o Estados Unidos el sector agropecuario es subsidiado por el Estado para justamente poder competir con mercados como el nuestro), y siguiendo esta lógica resulta risible el argumento de que el aumento de los costos de los insumos del campo (por el tipo de cambio, por la inflación de esos insumos) atenta mortalmente contra las ganancias que se obtienen de él, ya que la mayoría de estos productos se exporta, y la renta muy copiosa que se obtienen es en dólares también. Esto sin agregar que los salarios (parte de los costos para el los productores del campo también) se pagan en pesos, y que según un estudio reciente los asalariados rurales son de los peores pagos del país...

Sin ahondar en la frialdad de los números, este análisis resulta concomitante con el comportamiento electoral de los sectores rurales, que se volcaron en su mayoría en la última elección por el oficialismo, debido a que el modelo económico de tipo de cambio alto realmente los favoreció y los favorece. Ni siquiera la defensora inesperada de los intereses del campo, Elisa Carrió, con sus promesas de rebaja ostensible de las retenciones ha podido captar la masividad del voto rural, que optó por “lo seguro” debido al crecimiento de los últimos 4 años (el oficialismo logró una gran ventaja electoral en el interior de las provincias, y ha corrido en desventaja en la mayoría de los centros urbanos).
Por último, nos encontramos con un elemento nuevo y completamente sorpresivo que juega un papel fundamental en el actual análisis: la inflación internacional de los productos agropecuarios. Como nunca antes en la historia, se han disparado los precios internacionales de maíz, trigo y soja. Especialmente en el caso del mercado argentino, China e India se han puesto al frente de la demanda de estos productos. Así es que la mayoría de los productores se han volcado a la producción del cultivo de estos “commodities”, en especial de la soja, limitando la oferta local de estos y otros productos que todos consumimos en el mercado interno.

Es decir, por una cuestión nuevamente “azarosa” (al menos para los productores argentinos, es decir, por razones internacionales que los exceden) se vieron nuevamente extraordinariamente beneficiados, no sólo por las cantidades vendidas (por la demanda de estos productos) sino por el precio también, ya que éste se ha incrementado exponencialmente en los últimos años.

Así es que tenemos tres momentos en la configuración y en el contexto del campo argentino: un momento histórico, que poseemos desde los comienzos de la Nación, que es el que por cuestiones geográficas, topológicas, fluviales, geológicas, edafológicas hacen de la Argentina un país con ventajas comparativas; un momento estructural, que se refiere al momento económico de la devaluación y del tipo de cambio alto sostenido por el Banco Central (que por otro lado permitió mantener a la Argentina “al margen” de la crisis financiera estadounidense) y un momento coyuntural, que hace que el país esté pasando por un momento inédito en su historia con respecto a la creciente demanda de los productos y al alza de los precios internacionales de los productos que exporta.

Así es que cabe preguntarse ¿en que marco se instalan las retenciones?
Con esto volvemos a la frase original, “Y... es como que te saquen la mitad del sueldo”. A quién profiera tal sentencia sólo habría que contestarle “Si mi trabajo tuviera ventajas con respecto al de los otros, si mi sueldo se incrementase el triple por una medida que me excede, si mi sueldo subiera cada mes como la soja, bueno, quizás entonces también me molestaría que me saquen la mitad de mi `sueldo´”.

Quedan sin embargo muchos interrogantes sin resolver. ¿Las retenciones son excesivas? (un informe del grupo fénix informó que aún con la última retención aplicada, aún así la rentabilidad del sector es mayor ahora que la de diciembre del año pasado), lo cual, sin embargo, no anula la pregunta.

Cabría preguntarse si es justo o excesivo un lock out patronal (¿paro? ¿hubo paro?) de 21 días como nunca antes en la historia (incluso llegando a tirar comida) teniendo en cuenta tal contexto favorable.

Lo cual no invalida el derecho de protesta del sector, el cual es legítimo en sí venga del sector que venga. Sólo que resulta al menos llamativo que gente con tanta “suerte” por explotar el suelo argentino, se queje con tanta dureza ante un Estado que no hizo más que beneficiar e incrementar sus arcas. Lo cual hace que uno se pregunte de manera genuinamente inocente ¿No habrá algo de ideológico en la protesta?

¿No es raro que hace unos meses las retenciones del 35% eran intolerables para el sector, altísimias, confiscatorias, y hoy la protesta brega por volver a ese maldito 35%? ¿No será que con el 35 % ganaban mucho igual (pero no todo lo que podían) y hoy con el 40% o el 45% también ganan mucho (como asevera el grupo fénix), pero no todo lo que podrían si la retención no existiese o fuera más baja?

¿Por qué creerles ahora cuando dicen que no les cierran los números, si hace unos meses aseveraban lo mismo con un porcentaje más bajo de retención, y ahora se rasgan las vestiduras para volver a esa situación?

Son interrogantes que quedan flotando, que no invalidan los errores del gobierno en materia inflacionaria, tributaria, o incluso de manejo político de la situación. Pero al menos da para pensar cuando escuchamos los discursos de las “víctimas” del campo, y al menos nos insta a tomar una posición crítica y un poco más profunda que la adoptada por políticos maniqueos (apocalípticos, extremistas, oportunistas, ahistóricos) o periodistas ¿independientes? que afirman que hay que dejar en paz al sector y agradecerle por todo lo que nos dio.

Sí, tienen razón estos sectores: le agradezco al campo, pero al CAMPO, y no a los productores que lo explotan.

Nico.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Nada que agregar Nico muy buen laburo y totalmente de acuerdo en todo
saludos

yanina dijo...

Nico: está muy bueno el artículo. A veces me siento una estúpida por no poder dejar entrar en mi cabeza lecciones de economía. Serviría de mucho poder saber lo que nos están diciendo como cuando surgió lo de Riesgo País y estaba totalmente naturalizado.
Otra cosa al margen: no estoy muy segura de que "metonomizar" exista. jaja.

Anónimo dijo...

si no existe la palabra debería

Anónimo dijo...

Muy bueno Nico, de todos modos yo lo que pienso que la reacción del campo es lógica, que esperabas, que no salten? no entiendo cual es la indignación. De estos sectores es totalmente esperado. Las retenciones tienen que aplicarse, pero no perdamos de vista el tema de los pequeños y medianos productores. Con este tema del campo se mete a todos en la misma bolsa, la cosa es que hay que oponerse a los Grobocopatel, que es familiar mio. O a los otros que si se la llevan toda, pero en serio.

Anónimo dijo...

Muy bueno Nico, ordenado,claro y coherente. Coincido en todo también. Lo que decís Gato por un lado es cierto (que no nos puede sorprender que reaccionen de esta manera) pero nos tendría que sorprender más por qué en otros momentos la Sociedad Rural NO reaccionó de esta manera...