miércoles, 30 de enero de 2008

Culpa

A sus 33 años, el “Gordo” Umpierrez estaba algo cansado de su defensa frágil y adiposa. El fútbol representaba algo más que un deporte para él. Al gordo le gustaba mandar, gritar, hacerse el jefe. Un día el rengo Lopez le dijo que cagaba a pedos hasta a los pájaros, y el gordo casi lo mata de un roscazo. Pero ese día el gordo estaba mal, algo le pasaba.
No gritaba, no ordenaba, estaba paradito ahí, un poco jorobado como era el gordo entre los tres palos, casi inmóvil, con los ojos clavados hacia el frente. A los treinta y uno, el gordo ya había sacado la primera pelota. Faltando quince, casi se manda una cagada, una de esas que el gordo se mandaba cada tanto. El equipo estaba intranquilo, y el gordo, nada, seguía impávido paradito ahí, con la mirada clavada hacia el frente, calladito como nunca antes. Y nosotros que encima no podíamos meterla. Faltaba uno nomás viejo, uno para que termine, y nos fuimos todos arriba, como siempre nos impulsaba el gordo desde el arco, aunque esta vez estaba calladito ahí, con la mirada como perdida, siempre mirando hacia el frente.
El último corner nos daba esperanzas aún de una victoria agónica. “Es la ultima” se le escuchó decir con esa voz grave y ronca al juez, y ahí lo mire al gordo, esta vez a los ojos.
El boludo de Raulito tiró el corner muy pasado y el cinco de ellos la mando para nuestro campo, con esa fiereza que solo tienen los número cinco pelados y bien rústicos. El juez se llevó el pito a la boca, mientras la pelota carcomía impaciente decenas de metros de ese césped tan maltratado y amarillento, ávida del espíritu impartido por el tenaz mediocampista. El gordo continuaba inmóvil en la línea, con la mirada al frente. La pelota iba hacia él, como con autonomía propia, feroz y decidida, pero el gordo no se movía. El juez se paralizó, pasa que el gordo siempre tan activo, tan gritón, y ahora estaba ahí, como petrificado, en la línea. Habían pasado veinte segundos de los 48.
La cancha repentinamente entró en un letargo de muerte. La pelota se clavó en la línea de gol, acariciando la cal suavemente, al lado del pie rechoncho del gordo.
El silencio casi total de tres segundos se rompió cuando el gordo salió de su letanía y se dio vuelta, lento y grasoso, como él solía moverse. Miro hacia el frente nuevamente, pero esta vez con furia.
La pelota se clavó por el centro en el medio del arco. En la cancha, sólo se escuchó el crujir de la red de tripa de vaca al chocar con la gastada pelota de cuero. De frente, pero con la mirada baja, la Nancy ni intentó cubrirse del pelotazo que la red evitó se incrustase en su boca plagada de brillantina roja y de culpa.

Nico.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó mucho como está escrito Nico, tal vez me hubiera gustado que describas más los pormenores del partido.
Tiene algo de Galeano cuando escribe de futbol
saludos

Anónimo dijo...

La verdad que me mareé bastante mientras lo leía,s debe ser que cuando es algo de fútbol no tengo todas mis neuronas en posición pero bueno...lo que sí se me hizo muy gráfica la descripción del gordo.

Anónimo dijo...

Al contrario de Yani, puedo decir que hasta me interesó que pasaba con cada jugada y movimiento de los jugadores. Muy buenas las descripciones Goscilo.
A ver si posteás algo de humor...

Anónimo dijo...

Si, coincido que esta bueno, lo tiene que leer ALEJO APO, en merecidas mayusculas