miércoles, 2 de enero de 2008

LA MISIÓN...CAPÍTULO V

La imagen de aquella mujer me perturbó por completo. Era tan rubia, tan pura, tan parecida a ella, tan extraordinariamente parecida a ella, que por un instante lo dudé.
Durante el breve encuentro que mantuvimos esa gélida noche, no pronunció palabra. Su compañero, gordo y con frondoso bigote, fue el único que habló.

- Buenas noches Fernández, en este papel, tiene la fecha y la hora en que va a realizar la misión que le encomendó el jefe. Si necesita algo, o si desea averiguar algún pormenor, en el papel está anotado mi teléfono particular. Mi nombre es Víctor Hugo, acá mi compañera responde al nombre de Clara, (ella sonrió, de manera imperceptible) . ¿Estamos de acuerdo, entonces?
- Sí, sí, dije yo, sin dejar de mirar el rostro de Clara.
- Perfecto, nos vemos pronto.

Se dieron vuelta y desaparecieron entre la niebla y la oscuridad. Yo perseguí con la mirada la figura de esa mujer que me había embelesado. ¿Sería posible que fuera ella?, ¿me estaría volviendo loco?
Las primeras gotas que me cayeron en el sobretodo me despertaron de mi letargo. Corrí al auto helado, allí Pascu, me esperaba ansioso.

- Nos vamos Pascu, rápido.
- ¿Cómo fue todo señor?
- Bien, sin novedad.
- ¿Cómo sin novedad? ¿y para qué mierda lo hicieron venir acá a esta hora de la noche?
- Por seguridad, ya te dije que este es un trabajo muy complicado y no se puede confiar en la luz del día para este tipo de reuniones. Necesito descansar Pascu, no me rompas las pelotas por favor. Lleváme a un lugar donde me pueda relajar.
- ¿Qué tipo de lugar señor?
- A un puterío, pelotudo.
- Ah, se refería a ese tipo de lugares, cómo no, enseguida.



- Argentino, pero qué polla más grande que tienes, como me gustaría que me folles toda la noche sin parar. La que pronunció estas palabras fue Susy, una madrileña veinteañera, morocha, con frondosas cejas, exuberante pecho y boca amigable, mientras me tocaba descaradamente mi aparato reproductor.

El “Salón de la Tía Rita”, se encontraba a mitad de camino entre Madrid y Toledo. En el interior sólo había una gran habitación, con grandes sillones, algunas mesitas y una barra donde sólo se podía conseguir grapa. La luz era más bien tenue, aunque los maltrechos reflectores de luz roja, le daban un aspecto un poco infernal. Había aproximadamente 8 ó 9 prostitutas, vestidas con lencería y portaligas, que se repartían entre los pocos clientes que se encontraban esa noche. Y un gordo mal oliente y calvo, amenizaba la velada tocando en la guitarra un flamenco desprolijo y pasado de copas.
Desde un escritorio acomodado en la entrada y fumando sin parar, la Tía Rita, Madama y dueña del establecimiento, controlaba que todas sus chicas cumplan con su trabajo y que a ningún cliente le diera un exceso de violencia, capaz de lastimar su mercadería.
Aproximadamente a las 3 de la mañana, mi estado de ebriedad era por lo menos considerable. Mi amiga Susy no paraba de prodigarme orales caricias en mi virilidad, cosa que me producía un placer intenso y sobre todo relajante. Por su parte Pascu, totalmente borracho, manoseaba a dos chicas de no más de 18 años de manera un poco brutal, aunque divertida a los ojos.

- Más grapa, gallego de mierda, gritó Pascu al mesero que pasaba por su lado.
- Y ustedes putas, atiendan bien al señor Ramírez, que es un importantísimo funcionario argentino. Vamos carajo, que si se portan bien hay propina para todas.

La palabra propina, volvió a encender a dos o tres chicas rezagadas en un sillón, que se me abalanzaron como gatas en celo, disputando a Susy, el privilegio que yo le había concedido.
Definitivamente esa era la noche que necesitaba para relajarme, y dejar de pensar en la condenada misión, que me tenía en Madrid.

- Y ¿cómo va todo señor?, ¿le gustan las chicas que le conseguí?
- Todo muy bien Pascu, la verdad te felicito, puteríos así, no lo hacen a uno extrañar la patria. Y las chicas, no se puede decir que sean muy limpitas, pero están bastante bien y la chupan mejor.
- Vio, yo le dije, este lugar es lo mejor de esta ciudad de mierda. Yo cada tanto vengo para liberar tensiones y olvidarme que estoy en este país de monjas.
- Y lo bien que hacés, lástima que el gordo este no se toca un tangazo, para que la fiesta sea completa.
- Déjemelo a mí. Che gallego, a ver si te tocás un tango para el señor, la puta madre que te parió, dijo Pascu a los gritos, y sin poder evitar que algo de flema le caiga por la boca.

El guitarrista, ante el pedido de Pascu, improvisó algo que parecía “La Cumparcita”, cosa que terminó de relajarme.
En este proceso de relajamiento estaba yo, cuando de repente, las luces del “Salón de la Tía Rita” se apagaron por completo, se escuchó un gran estruendo y al instante un par de voces argentinas, gritaron:

- Traidor hijo de puta, te vamos a matar. El pueblo no perdona.



Continuará…

Tito.-

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pobre Fernández, ya parecía demasiado bueno para ser verdad...

Anónimo dijo...

¿El pueblo no perdona? ¿En qué estaba metido Fernández?
Por otro lado, quisiera más descripciones de Clara...
Sigue estando muy bueno.

Anónimo dijo...

Me pareció la mejor de las cinco hasta ahora, se nota que el autor conoce detalladamente ciertos tugurios...

Anónimo dijo...

jajajajaja, nico, como podes decir eso, bueno vamos a ver en que sigue este folletin electronico.