lunes, 14 de enero de 2008

La Trampa


La culpa transgredía sus deseos de descansar. Estaba perturbado, atemorizado. La luna lo juzgaba con una mueca mordaz y su esposa sollozaba, eternizada en un retrato, ostentando su desconsuelo.
Sentía que nadie lo absolvería. Su mayor aprensión era el destino de su alma y el sólo hecho de imaginar la condena que sentenciaría el rey de Creta en el infierno, lo hacía amedrentarse aún más.
Por unas horas, el terror se solidarizó con él y lo dejó dormir. Los sueños y las pesadillas se apartaron, mientras su mente estaba en blanco, tan blanca como la soberbia nieve de Bariloche.
Unas horas más tarde, el sol radiante lo despertó. Luego, creyó oír un grito desgarrador, proveniente de su ventana, que luego se ahogó en el éter. Bebió un café casi sin respirar, recordando que debía deshacerse del arma homicida. Comenzó a buscarla pero parecía haberse esfumado. Revolvió todos sus muebles aunque la suerte no estaba de su lado. En ese momento el cielo se tornó violento y las estrellas abatieron contra el ventanal, increpando sus actos.
El rostro afligido de su víctima le rogaba explicaciones, a lo que él, con lágrimas en los ojos, no sabía qué responder. La brisa helada irrumpía en lo más recóndito de su corazón, en tanto unas voces crueles abrumaban su conciencia de manera incesante. De pronto, una chillona sirena lo pasmó y creyó pasar el resto de su vida entre crueles rejas.

Casi sin fuerzas se acurrucó en un rincón de su habitación, escuchando el quejido de la puerta forzada y unos pasos amenazadores. Los hombres vestidos de blanco lo sujetaron por detrás, evitando cualquier intento de escape, mientras su rostro evidenciaba el pavor reinante y deslizaba pequeñas gotas de sudor. Sintió una fuerte opresión en el pecho al intentar desprenderse de las ligaduras, ante la parsimonia de los enfermeros.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Olvidé poner mi nombre. Este cuento es el segundo que escribí en mi vida, más allá de los que había escrito en el colegio.

Anónimo dijo...

Muy bueno Mauro, da para seguirlo me parece.

Anónimo dijo...

sí es probable que haya que seguirlo. El tema es que tuve una mala experiencia. En Taller 1 tuve que escribir un cuento de veinte líneas y fue el mejor de la clase. Luego, para un concurso, lo extendí y lo impactante del cuento se fue diluyendo. El cuento designa la debilidad de las personas ante la soledad y la culpa injusta ante la muerte de un ser querido. No creo que la historia de para extenderla mucho.

Anónimo dijo...

Además estoy viendo de poner cuentos cortos, si no no lo lee nadie, jeje

Anónimo dijo...

Muito bonitinho Maurinho, me gusto mucho la verdad.
saludos

Pd: firma las notas pelotudo

Anónimo dijo...

Genial, Mauro copate y segui subiendo!