jueves, 10 de enero de 2008

La Brisa del Fuego


Esa noche quería darle una sorpresa, como lo hubiera hecho en aquellos lejanos pero memorables momentos de un noviazgo distinguido por una pasión desenfrenada y vehemente.
Ya desde temprano había adornado cada rincón del departamento, ubicado bien lejos del ruido de Rivadavia, en el barrio porteño de Caballito. Tendió las sábanas de la cama, sin dejar de cambiarlas por unas relativamente nuevas. Ordenó cada zapato que estaba divorciado de su par, recogió la ropa interior que colgaba de cada prominencia de la habitación y perfumó el recinto con un sahumerio importado de la India. Luego, siguió limpiando y ordenando cada ambiente y al terminar, se echó en la cama para tomarse un respiro. No le costó mucho dormirse y entrar rápidamente en sueños, a pesar de que hacía poco se había despertado y desayunado.
Revivió ilusoriamente aquella noche donde hicieron el amor por primera vez, luego de ir a tomar algo en un bar de la calle Báez, en Belgrano. Al mismo tiempo, comenzó a moverse sensualmente sobre el colchón, como consecuencia de lo tan real que resultaba el sueño. Sintió el levantamiento de los pezones de sus senos (lo que la llevó a acariciarse uno de los ellos) mientras percibía que su pollera se levantaba hasta sus suaves muslos, izada por una mano fuerte y tibia. Un perfume persistente y penetrante de hombre se expandía lentamente por sobre toda la habitación, hasta adentrarse en su cuerpo a través de los poros. No estaba preparada aun, cuando apreció súbitamente el falo duro y protuberante de su amante recorrerle la piel, con el objetivo de introducirse precavidamente entre sus piernas.
El celular comenzó a sonar impasible, y en ese instante todo se disolvió paulatinamente. Su madre quería saber cómo había pasado la noche, ya que estaba un poco preocupada por su persistente dolor de cabeza.
― Está todo bien mamá. Estoy feliz y contenta. Gracias.
Si bien quiso que todo lo vivido en el sueño hubiese sido real, no se abatió, ya que sabía que podría plagiarse en la noche venidera. Siguió ordenando el departamento con una obsesión casi incontrolable y maniática, como si no aceptara que sólo osaba el goce sexual.
Llegada la tarde noche, se duchó sin dejar un centímetro de su piel sin enjabonar. Recortó cuidadosamente los vellos púbicos, dejando una rayita insinuante y provocadora. El sólo imaginar la cara de satisfacción de su amado al verla desnuda, le producía un cosquilleo intransigente en su sexo. Se rozó con cierta culpa, para aumentar esa satisfacción tan pertinente, cuando en cuestión de unos minutos llegaría su amante. Dejó escapar un suspiro cuando escuchó un ruido en el living, creyendo que su amado había llegado. Se puso el corpiño y la bombacha roja, salió del baño aun algo mojada, mientras el contorno de su amado se dibujó sinuosamente debajo del marco de la puerta. Así, tan sugerente como estaba, se arrojó a sus brazos fuertes. Con mucho cuidado, lo despojó de los pantalones, comprobando que su virilidad seguía intacta. Apoyó la frente en su pelvis velluda, dándole placer, el mismo placer que le hacía sentir en su adolescencia. Se levantó despacio, viendo el miembro masculino moviéndose pesadamente. Él, asimismo, le desabrochó cuidadosamente el corpiño, y acarició sus senos con una delicadeza que sólo él podía brindarle. Le relamió los pezones ya erectos, mientras bajaba su mano hasta rozarle el clítoris, y luego bajó más sus manos, para apreciar el calor interno de ella. Cuando descubrió que ella ya estaba dispuesta para recibirlo, introdujo su miembro, erguido con una dureza portentosa, en la abertura humedecida y ardorosa. El goce era extremo para ambos, aunque disfrutado desde distintas perspectivas y realidades.
El celular volvió a sonar, esta vez más insidioso e insistente. Ella lo escuchó desde el otro lado de la habitación, desde lo inmaterial del recinto, desde esa lejanía inapelable.
La pasión finalizó como debía. Luego vino el descanso y la seguridad de conformismo mutuo, más tarde la duda, la sábana revuelta pero aun fría, la cortina flameando cómplice de todo. Sólo un aullido desesperado se oyó en el introvertido barrio, sólo un aullido que quebrantaba el orden y el silencio sepulcral de la habitación.
Mau

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Por fin he publicado en el blog. Decidí subir un cuento que he escrito hace un año y que resulta representativo de mi idiosincracia, al menos la que ustedes conocen. Sin embargo, aquí podrán apreciar el costado literario e intelectual de mi sadismo (A proposito del marqués, lean Filosofía en el tocador)

Anónimo dijo...

Hay un error en el contexto. Pero lo dejo para su análisis crítico. La imagen del costado es un cuadro de Dalì llamado "Joven vírgen sodomizada por su propia castidad". Otro "sádico". Otro Marqués.

Anónimo dijo...

Increible Mauro subió algo, esto se esta zarpando pero mal.
Con respecto al texto, esta muy bueno, muy explícito (bien vos) pero muy bien contado.
Ahora, el último parrafo me confunde el final, ¿que pasó era todo un seuño?, no me quedó muy claro la verdad
¿por qué la duda la cama vacia y el aullido?
saludos y espero llerte máa seguido puto pervertido jaja

Anónimo dijo...

La mina revive su pasión con el amor de su vida, que está muerto. La sábana revuelta es consecuencia de sus movimientos, pero está fría xq falta el calor de su hombre. El grito es de ella, que cae y vuelve a la realidad. El silencio sepulcral remite nuevamente a la muerte del tipo.
última vez que explico un cuento, porque cada uno interpreta a su manera...

Anónimo dijo...

El error no es tal. No se maten. Olvidé q ya lo había corregido hace seis meses.

Anónimo dijo...

Jajajaja, apenas empecé a leer sabía quién lo había escrito...muy bueno y descriptivo!!! a mí me había pasado lo mismo q Tito....

Anónimo dijo...

Ah bueno Mauro! hiciste una entrada más que descriptiva y encima tu primera vez publicando....te gustan las emociones fuertes, veo...
Muy bueno, aunque bastante explícito!no esperaría otra cosa viniendod e tu persona!jajja
Esperamos más textos tuyos.

Anónimo dijo...

Yani, lo mismo que a Tito: última vez que explico. El lector también es parte de la historia!!!

Anónimo dijo...

Es cierto, no explique nada, enhorabuena!!! una entrada de Mauro!! genial, bueno es explicito, pero muy bien escrito como dijeron por ahi. Queremos mas!

Anónimo dijo...

Yo , a esto, ya lo lei.