Buceando en lo exótico

Algunas veces cuando vemos una película o leemos un libro sentimos un dejavú. Pensamos que lo que nos están contando ya lo hicieron de la misma manera en otra parte. La típica historia de amor entre el chico rico y la muchacha pobre, el héroe norteamericano que sabe manejar perfectamente cualquier clase de arma y de esa manera acaba con todos los malos, la chica que se decepciona cuando se da cuenta que su novio la está engañando con su mejor amiga, son claros ejemplos de esta sensación que nos invade como receptores de historias.
Pero también, en el mundo de la cultura, hay casos paradigmáticos que rompen con la rutina, con el supuesto equilibrio y la moral social, con estos conocidos estereotipos. Si nos remontamos a marzo de 1984 nos podemos encontrar con una clara demostración de revolución y ruptura con la costumbre, con aquella típica historia que nos acostumbramos a escuchar, de la tan discutida objetividad. Este es el caso de la revista Cerdos y Peces, dirigida por Enrique Symns. Él le impregnó a la publicación toda la rebeldía que llevaba en su piel pero además la hizo digna de la época en que se vivía.
En un contexto post dictadura militar, había que dar voz a lo que se mantuvo callado y apresado durante tanto tiempo. Pero probablemente la sociedad no estaba preparada para esto, ni siquiera lo estuvo en su último número, veinte años después. Con una historia de cierres y relanzamientos varios, la revista demostró que su especialidad era la transgresión, la contracultura y por momentos el delirio.
Los cierres se debieron en ocasiones a motivos económicos y otras veces a resoluciones judiciales que los tildaban de inmorales. Como aquella vez que en una nota en la que se trataba la pedofilia, salió fotografiada una nena de ocho años desnuda. Esta fue una de las tantas controversias que desató Cerdos y Peces. Parte de este alboroto periodístico fue creado por Enrique Symns y por periodistas como Osvaldo Baigorria, Ricardo Ragendorfer, Roberto Barandilla, Vera Lang, Alfredo Rosso, entre otros. Pero su salida a la calle siempre fue dispar y tuvo escaso acceso al mercado editorial masivo. Quizás era incluso una de las ideas que merodeaba en la redacción: si iban a ser diferentes a lo que estaba presente en el sistema y en el mercado también debía oponerse a lo masivo.
Este es un fragmento de una de las editoriales en el último relanzamiento que tuvo la revista en el año 2004. Aquí Enrique Symns da una muestra de lo que significa hacer periodismo para él:

El retorno de esta revista es un intento de bucear en ese oscuro silencio que nos separa. No buscamos hacer notas determinadas. No es que el periodismo se identifique con los sufrientes, sólo los describe con pornográfica objetividad. Nosotros buscamos encontrar a “alguien” latiendo en el interior de las mismas. Salir a buscar otra vez la voz de la calle y que ilumine este silencio.
Me cago en Dios, aquí estamos.



En la imagen podemos ver una de las páginas de Cerdos y Peces.

Yani.