martes, 31 de marzo de 2009

RAUL ALFONSIN (1927-2009)


CARTA ABIERTA N°5

Restauración conservadora o profundización del cambio
El espacio de intelectuales, artistas y creadores Carta Abierta elaboró un nuevo documento, centrado en el avance de “una derecha agromediática” en el contexto del escenario electoral nacional y de la intensa crisis global. La presentación se hará mañana, a las 13, en la Librería Foro Gandhi. Aquí, el texto completo.

Recorre la Argentina la fanfarria de una restauración conservadora, expresión de una derecha vieja y nueva. Con arrebatos cambiantes, a veces con estridencia, muchas veces en la penumbra, nerviosamente se preparan. Van de reunión en reunión, en una coreografía que se hace y rehace bajo la bitácora de semanales gacetilleros del gran desquite. Ventrílocuos, pronostican el próximo viraje. El fin de la pesadilla. No llegan a ser aún la Santa Alianza. Pero a falta de un Metternich, pululan políticos de diversas historias y procedencias, estilos comunicacionales aparentemente objetivos y representantes de economías facciosas que apuestan a recrear un Estado sin capacidad de pensar el conjunto de la Nación, cuando es necesario transformarlo en el sentido contrario, sacudiéndose sus modos neoliberales y su debilidad institucional. Los restauradores exudan el deseo de recuperar los fastos de la Argentina del primer centenario, aquella en la que la mitología agroganadera representaba los fundamentos de la Nación. Sus narrativas del presente se inspiran en las injusticias y desigualdades del pasado.
Ellos realizan sus rápidos cálculos de reposición del viejo orden. Alegan pureza institucional, pero se han abstenido de hacer gala de ella cada vez que les tocó actuar en tareas de responsabilidad. Esgrimen que se han superado los límites tolerables en materia de seguridad, pero en vez de pensar los abismos sociales que sólo se remedian con políticas democráticas y con el desafío aún pendiente de una nueva distribución del ingreso, expanden un miedo difuso preparando futuras agencias y formas regresivas de control poblacional. Vigilar y castigar parecen ser sus recursos privilegiados, el núcleo primero y último de la brutal simplificación de la anomia que subyace a una sociedad desquiciada por la implantación, desde los años de la dictadura videlista, de un proyecto de país fundado en la exclusión, la marginalidad y la miseria creciente de aquellos mismos que acabarán convertidos en carne de prisión o de gatillo fácil.
Si es el caso, no vacilan en aceptar pigmentos de “izquierda” para presentar un proyecto que pertenece a las fantasías recónditas de una nueva derecha mundial. Desenfadados, anuncian que todo lo que harán no será contradictorio con la asunción de “la política de derechos humanos”. El neoconservadorismo argentino ha aprendido a no ser literal como sus ancestros. Puede ser también, si lo apuran, un “progresismo de derecha”, imbuido de los miles de fragmentos sueltos que vagan por los lenguajes políticos. Todo vale. Pueden tomar las premisas de una lengua que hace poco pertenecía a los movimientos sociales de transformación. O pueden sonreír por lo bajo, pues alguien sustituyéndolos reclamará magnas puniciones y pronunciará el supremo veredicto: “pena de muerte”. Será la forma sublimada de indicar el rumbo de la reingeniería de una “sociedad turbada”, una Argentina que reclamaría la pastoral de la seguridad, que en vez de considerarse un grave problema que debe convocar imaginativas soluciones económicas, democráticas, laborales y pedagógicas, es visto como una peste medieval que exige periódicos exorcismos de punitivas sacerdotisas y ávidos prelados.
Junto a la complicidad con quienes exigen un cadalso público como forma de una nueva razón disciplinadora, los mundos políticos de la restauración conservadora extienden bruscamente ante sí el descuartizado mapa de las ideologías argentinas. Unos buscando “patas peronistas”, otros “patas liberales” y otros “patas radicales” para lo que creen que son sus baches a ser rellenados con cuadrillas políticas nocturnas de urgencia. Confunden política con pavimentación. Se entrecruzan en el complaciente intercambio de figuritas sobre el vacío que se atribuyen a sí mismos. Comienzan por reconocerse carentes, vivir en el socavón de su propia escasez. No sorprende que la decadencia de las grandes ideas de cambio social haya traído aparejada la decadencia del lenguaje político. Las viejas corrientes políticas, que supieron ser corrientes de ideas, son ahora partes de un pensamiento rápido, aleatorio, que se arrastra por el piso como un mueble que desgastó sus soportes. La nueva derecha, forjada en los lenguajes massmediáticos, carece de escrúpulos a la hora de arrojar por la borda ideas y principios o de adherirse a los restos tumefactos de tradiciones antagónicas; lo único que le importa es conquistar, por la vía de la simplificación y el vaciamiento ideológico, a una ciudadanía apresada en las matrices heredadas de los ’90 menemistas. Pretenden organizar las filas del individualismo atemorizado pero si triunfan no gobernarán como estrategas de la concordia social sino como artífices de una implacable revancha represiva.
Los representantes de la restauración han memorizado así archisabidos preceptos, míseras cartillas para refundar el Orden Conservador, pero se sienten vivados por los abstractos públicos presentados como momentánea platea popular sustituta. Saben que actúan en medio de poblaciones estremecidas por los diversos planos de una crisis civilizatoria de la que dicen no tiene conclusión visible, pero la suelen ver como parte de un oscuro deseo de que esa crisis llegue pronto a la Argentina como “gran electora catastrófica”. La crisis mundial sería la prestidigitadora de una devastación. Desarticularía previsiones, refutaría políticas públicas y esparciría desempleo, inestabilidad o pánico. Y les daría votos. La conciencia invisible del conservador se mueve en todos los rubros de la lengua movilizadora, pues sabe que hay un público difuso extendido en todo el país que lo escucha y que proviene de muchos legados políticos destrozados. Se parte del anhelo de que la crisis venga ya. Que irrumpa por fin esa crisis mundial y derrote a los esfuerzos que se hacen por conjurarla, a veces buenos, otras improvisados sobre el vértigo que la crisis impone, no siempre efectivos.
En el inconsciente colectivo de la restauración se halla emplazado el pensamiento de que la “llegada visible de la crisis” equivaldría a una admonición mesiánica que se encargaría de derrotar a los frágiles gobiernos a martillazos del Dow Jones y drásticos patrullajes del Nasdaq. Ninguna conciencia parecen tener de que esas catástrofes en el centro del mundo se han llevado consigo los paradigmas sobre los que construyeron sus capitales políticointelectuales. Más que paradigmas, son sofismas que no cesan de repetir a despecho de las evidencias. Eluden dar cuenta de la gravedad mundial de la crisis para menoscabar las medidas que atenúan sus ondas expansivas más duras. No se atreven a reconocer que la demora y cierta “suavidad” relativa de la crisis en Argentina se vincula con las políticas gubernamentales de moderada desconexión de las lógicas financieras del capitalismo contemporáneo. Los restauradores repiten sus axiomas ya fallidos y no trepidan en solicitar el fin de la desconexión: volver al seno del FMI es ya una consigna de batalla.
Los líderes del “partido del orden”, mientras aguardan el auxilio de la crisis, no pueden atravesar ciertos dilemas de parroquia: ¿qué representación política dará finalmente el nuevo bloque agrario que trae la sorprendente fusión en las consignas de los agronegocios de los sectores que antaño se diferenciaban por distintos tipos de actividad agropecuaria? Una nueva soldadura material y simbólica ha ocurrido frente a las nuevas características tecnológicas y empresariales de la explotación de la tierra sobre el trasfondo de ganancias inesperadas. Se trata de un bloque “enlazado” que, bajo un débil manto de republicanismo, se propone la cruzada restauradora y para hacerlo declara vetustos los desvencijados partidos remanentes, exige una derechización social y pone en crisis también a las tradicionales representaciones del sector.
Los restauradores anuncian que están frente a una impostura histórica pero llaman impostura a novedades introducidas por un juego democrático que sin duda es desprolijo pero vital; anuncian que están frente a manifestaciones de locura y tilinguería, pero no se privan de reclutar en sus filas a toda clase de comediantes que postulan el regreso a una normalidad administrada desde antiguos retablos ajustistas. Anuncian también que están frente a un gobierno errático, peligrosamente estatista –si son liberales–, e insensible a lo social –si asumen aires ocasionales de izquierda–. La impostura de la que acusan al Gobierno atraviesa de lado a lado su lenguaje, en especial cuando recurren a antiguas y venerables simbologías populares en nombre de intereses antagónicos de esas tradiciones.
Este tema es necesario recorrerlo claramente. El Gobierno se halla en medio de una tormenta social y política –local e internacional– acerca de la cual, tanto como no se puede aceptar que la haya provocado en lo que tiene de incierta, tampoco es posible dejar de ver en sus medidas más atrevidas el origen de las hirientes esquirlas que recibe como respuesta y debe afrontar. Estas medidas ya se conocen, y van desde los primeros gestos en relación a fuertes reparaciones simbólicas que desataron nudos asfixiantes de la historia hasta el pasaje de las existencias de las AFJP al patrimonio público bajo administración estatal o el profundo y necesario proyecto de ley de medios audiovisuales, sin dejar en un segundo plano la recuperación de una perspectiva latinoamericana que abandonó el paradigma de las “relaciones carnales” para encontrarse con irredentas pertenencias histórico-culturales. Con sus diferencias y particularidades, los procesos boliviano, venezolano, brasileño, ecuatoriano, cubano, uruguayo, chileno, paraguayo, nicaragüense, salvadoreño, no nos dejan pensar que esta hora latinoamericana va a ceder su horizonte de realizaciones ante la agresión mancomunada de las nigromantes y los hechiceros del retroceso. Y sabemos que la difícil encrucijada económica y social no puede sortearse sin la composición de tramas políticas, económicas y culturales de alcance regional.
El ciclo abierto en el 2003, no sin titubeos, produjo una diferencia con las formas de gobernabilidad anteriores, diferencia surgida de la lectura de los acontecimientos de 2001, cuando el protagonismo popular sancionó el fin de aquellas formas. Diferencia que se percibe en sus intentos democratizadores (que van desde la modificación virtuosa de la Corte Suprema hasta la afirmación de una política de derechos humanos que retoma los reclamos de los grupos organizados por su defensa), en el tipo de encuentro que propició con los movimientos sociales (entrecruzamiento de diálogos y no de medidas represivas), en el planteo de núcleos centrales para una sociedad justa (desde la enunciación de una pendiente redistribución del ingreso hasta la extensión de los derechos jubilatorios y la reposición de la movilidad de los haberes), desde la innovación en políticas de defensa hasta la decisión de no rendir ante el altar de la crisis los sacrificios tradicionales del trabajo y del salario.
Se conocen también sus deficiencias. Existe un gran contraste entre acciones innovadoras en campos sensibles de la vida social y apoyaturas que arrastran estilos rígidos, no decididamente democráticos, de organización política. Nos referimos a una escasa renovación en los sostenes oficiales del Gobierno, cuando no a un chato horizonte de conveniencias sectoriales –encarnadas por lo general en porciones extensas del Partido Justicialista– y específicamente en el profundo error que se comete con alianzas como las de Catamarca, donde se marchó junto a la figura que gobernaba la provincia cuando sacudía al país el caso María Soledad y con las huestes de un confeso ladrón. También lo que implica la cercanía con Aldo Rico en San Miguel, para mencionar sólo los casos que más hieren. No sólo por lo que componen, también por la ausencia que revelan de otra construcción política capaz de efectuar una interpelación popular, convocar a los hombres y mujeres, a los trabajadores, a los desocupados, a los que estudian y los que crean, a apoyar y expandir una diferencia que efectivamente existe en ciertos actos y se opaca en la rutina de las antiguallas partidarias. No es casual que en las entretelas de estas alianzas de ocasión con personajes sin moral y sin conciencia, que han navegado los últimos veinte años de vida política, haya tomado cuerpo la “idea” de una “salida ordenada” del kirchnerismo, manejando figuras como el cáustico sojero Fórmula 1. Esa salida –engalanada con prefijo post– dejaría al pueblo como rehén. Se trata, en realidad, de la restauración conservadora con la misma soja al cuello pero con Hugo del Carril en la vitrola. El Gobierno se recuesta sobre una estructura partidaria que parece garantizarle un piso electoral imprescindible, sin transitar por sendas en las que se podría vislumbrar un horizonte distinto. Comprender la carencia no significa aceptar la solución como la única posible. Es, más bien, anticipar los costos a pagar.
Son temas que es necesario revisar. La dignidad de un proyecto social de cambios requiere que sus apoyos surjan convencidamente de llamados a las vertientes sociales, productivas y culturales que esperan participar en un movimiento que pueda gobernar en medio de desafíos fundamentales y vencerlos innovadoramente. Ese llamado aún no ha ocurrido aunque, como debe brotar de los pliegues críticos de la sociedad, es necesario encontrar en la sociedad civil el lenguaje y los argumentos para concretarlo. Un lenguaje sensible a una sociedad que se ha transformado y cuyas disidencias internas, sus polémicas públicas, no pueden ser explicadas sólo con la cartilla de las anteriores lecturas nacional-populares. El desafío es apropiarse de aquellas lecturas pero entramadas en una nueva y compleja realidad; de reencontrarse con los afluentes de una memoria de la justicia y la igualdad en el contexto de inéditos saltos al vacío del capitalismo actual. Es bajo esta perspectiva que reconocemos la trascendencia de lo abierto en mayo del 2003 y que no olvidamos las enormes dificultades que existían y que todavía persisten para construir un proyecto democrático y popular. Algunas izquierdas, como lo han hecho repetidamente, no atinan a dar cuenta de la singularidad de los acontecimientos. Es hora de entrelazar miradas, perspectivas, tradiciones y biografías diversas que comparten el ideal emancipatorio, intuyendo que la hora argentina reclama una fuerte toma de partido que sea capaz de enfrentar la restauración conservadora.
No queda mucho tiempo para ello. Pero reconocer las dificultades no implica bajar los brazos. Las consecuencias de un triunfo de la coalición conservadora pueden ser graves, pero este documento quiere ser de esperanza y de reagrupamiento en la lucha. Veamos: en la Ciudad de Buenos Aires está en curso una experiencia. La gobierna una derecha que con remozada gestualidad despliega destructivos ataques a las instituciones públicas de la ciudad, rastrilla las calles con anteojeras represivas y no desdeña ocasión de borrar aquello que otros pensamientos políticos habían inscripto en la vida estatal. Gobierna esa derecha por su capacidad de seducir a un electorado dispuesto al festejo de fórmulas abstractas que (ilusoriamente) resolverían problemas complejos. Pero el progresismo porteño aún merece una revisión crítica y el gobierno nacional el cuestionamiento de su escasa reflexión sobre la peculiar sensibilidad cultural y política de la ciudad. Cuando algo permanece intratado, cuando no se lo considera en su especificidad, es arrojado a un trato consignista, abstracto, reactivo. Campo fértil para las derechas, con sus maniqueísmos excluyentes. Por eso, se arriesga demasiado cuando se trata con categorías desdeñosas a una ciudadanía que puede ser complaciente y superficial, pero en ocasiones, además, díscola y crítica. También el riesgo es altísimo cuando se renuncia a considerar ciertos temas, como el de seguridad, por lo que arrastran de amenaza. Las grandes ciudades argentinas, escenarios y protagonistas de luchas emblemáticas de la historia nacional (desde las huelgas de la Semana Trágica o la Reforma Universitaria hasta el Cordobazo; desde el 17 de Octubre o la huelga del frigorífico Lisandro de la Torre hasta las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001), esas mismas ciudades han sido permeables al discurso neoliberal. Pero las ciudades anteriores persisten.
Tradiciones culturales y memorias comunitarias subyacen a la espera de una invocación política que las reavive y contenga. Nadie es dueño de la conciencia de los millones que viven, sueñan y despotrican en estas urbes. La crisis puede ser oportunidad de reabrir esa historia y para considerar los núcleos potentes de las luchas urbanas actuales: la confrontación contra la precarización del trabajo y el desempleo, el enfrentamiento contra las añejas pero actualizadas formas de opresión a las mujeres, para nombrar sólo algunas. No damos por perdida esa apuesta por arrebatar las ciudades de sus cautiverios mediáticos y sus temblores restauradores.
Cuestiones vitales como el modelo energético, el régimen de entidades financieras, el transporte ferroviario y fluvial, la explotación minera, requieren formas de desarrollo viables que no acepten fáciles composiciones con empresas transnacionales que no tienen hipótesis de preservación ambiental ni se componen con un modelo económico nacional autónomo. Es necesario actuar con criterios eficaces en torno a crear opciones económicas democráticas, donde un pragmatismo inmediatista no sustituya un proyecto más profundo de economía distributiva, proteccionismo democrático, urbanismo integrador e inclusivo y ordenamientos normativos que impidan la rapiña de recursos. Esto requeriría de instituciones estatales con capacidad de desplegar políticas públicas, con efectiva llegada a todo el territorio nacional. Pero sabemos que, si entre los méritos del ciclo abierto en el 2003 está el de resituar la importancia del Estado, también es claro que el realmente existente no está a la altura de esa relevancia.
Se han desplegado, sin embargo, considerables apoyos a los compromisos científicos sustantivos, expandiendo la investigación, los presupuestos a ella destinados e incentivando la innovación intelectual en la vida social productiva. En este mismo itinerario, queda pendiente la renovación de las fuentes de la reflexión crítica sobre estas materias, sin esquematismos ni fervores momentáneos que demoren el encuentro de los grandes núcleos de acción intelectual creativa en torno a la ciencia, el arte, el urbanismo, los medios de comunicación, el lenguaje, el diseño y las tecnologías. La creación del Ministerio de Cultura de la Nación, capaz de articularse con el de Ciencia y Tecnología, permitiría pensar la inteligencia y la creatividad sociales en conjunto, no como secciones estancas de acciones nómadas.
Por todo esto, llamamos a ejercer el derecho de crítica autónoma dentro de un gran campo de apoyo a los aspectos realizativos que ha encarnado el gobierno nacional. El momento lo reclama. No somos partisanos de una axiomática y binaria contradicción fundamental, aun cuando reconozcamos que las situaciones críticas conllevan, a nuestro pesar, un borramiento de matices. Debe haber distintas variantes y situaciones para los pensamientos críticos. Pero tampoco el Gobierno es ese manojo irreversible de contradicciones obtusas que a diario nos propone la vasta maquinaria mediática que lo envía al patíbulo en miles de minutos diarios de televisión, acudiendo a las doctrinas ubicuas del escándalo y el odio, en uno de los momentos más graves de irracionalismo asustadizo y de no tan encubiertos racismos que haya vivido la sociedad argentina contemporánea. Esa ofensiva de una derecha agromediática que no deja nada por tocar ni ensuciar, que corta rutas y agita conspiraciones, nos persuade de la decisiva importancia que adquiere no solamente la defensa de la legitimidad democrática sino, más hondo y grave, del decisivo entrelazamiento de un proyecto popular con el destino del Gobierno. Desatar el nudo que une ambas perspectivas constituye un error cuyo costo puede ser desmesuradamente elevado; imaginar que la caída de lo inaugurado en el 2003 puede ensanchar el horizonte popular y nacional es no sólo una gigantesca quimera sino una perturbadora irresponsabilidad histórica de los que todavía no comprenden el carácter y la dimensión del peligro restaurador.
La restauración tiene sus antenas y tentáculos preparados para aprovechar los deficientes reconocimientos mutuos que hemos tenido entre aquellos que en el pasado compartimos horas decisivas para constituir una fuerza popular transformadora desde distintas vertientes de la historia argentina. Llamamos entonces a que consideren favorablemente estas ideas, precisamente los compañeros de las izquierdas, de las corrientes nacional-populares, de los libertarismos, de los autonomismos y de los socialismos. Es imprescindible que sigan realizando observaciones críticas a las que siempre les otorgamos credibilidad, pero también les proponemos que las integren a un seno común aunque heterogéneo de opiniones situado ante la urgencia de oponerse a la restauración conservadora. Pero no menos imprescindible es que se constituya una gran fuerza autónoma que recorra las diversas experiencias de transformación social y las devuelva a la esfera pública de un modo movilizador, renovado y creíble. Allí radica una de las apuestas sin la que resulta casi inimaginable la profundización popular de un proyecto democrático que vino a renovar las lenguas políticas en un tiempo dominado por las clausuras y las desesperanzas.
Llamamos a actuar contra la restauración conservadora de un modo creativo, inhibiendo su diseminación con argumentos sutiles y masivos, que pongan en evidencia su auténtica impostura, su anacronismo y la amenaza que suponen a cualquier forma de redención social, defendiendo los aspectos progresivos de la actual situación y haciendo explícitas las reservas, a modo de un necesario reencaminamiento de las acciones políticas populares. Llamamos a no dejarnos sorprender por el clima de desprecio que crean los operadores de una crisis anunciada, que es el ensueño de las viejas fuerzas del Orden con pañuelito de seda al cuello, gozando ahora de la masividad mediática con que instalaron el partido del miedo. Llamamos a retirarnos de la quietud y a no quedar atados al comprensible malestar por los enredos que poseen muchos de los recorridos políticos de la hora. Porque la aparente claridad de los restauradores traerá al país los capítulos ya conocidos de la pasividad cívica, el descompromiso con el trabajo colectivo, la mediocridad política y el predominio de los círculos áulicos que operan en el servicialismo a los más oscuros poderes imperiales, cuyo resultado previsible es la multiplicación de la desigualdad, su marca más auténtica.
En estos meses, se desplegará una contienda electoral que tendrá mucho de plebiscito respecto de las políticas gubernamentales, que en algunos casos presentan deficiencias pero que configuran acciones reparatorias para una sociedad dañada. Las rutinas electorales –con sus desfiles de espantajos y sus diatribas mutuas– serían insufladas de otro entusiasmo si se las dota de un carácter programático. De un programa en el que la defensa de los derechos humanos, la consideración de la seguridad sin reduccionismos represivos, políticas de retención de las rentas extraordinarias, estrategias de apoyo a la producción, proyectos educativos que promuevan sujetos autónomos e inclusión social, políticas de salud enraizadas en las vastas necesidades populares, la profundización de la integración regional, la preservación ambiental (incluidos los glaciares) y el debido cumplimiento de las aún pocas leyes existentes que reconocen los derechos de los pueblos indígenas, no puedan ser expurgados ni menoscabados. Por otro lado, también se estará debatiendo una de las más radicales medidas de distribución cultural: una ley que impulsa la democratización del sistema de medios de comunicación. El proyecto, surgido de intercambios y consultas, estará recorriendo los vericuetos del debate en la sociedad civil antes de su trato parlamentario. No serán, no son, tiempos fáciles, portan una nitidez casi dolorosa y exigen renovadas pasiones. Muestran que no hay para el pueblo argentino “salida ordenada” contra la restauración conservadora. ¡Profundicemos los cambios! Ese es nuestro llamado.

lunes, 23 de marzo de 2009

Gaza: soldados israelíes admiten la ejecución de civiles palestinos

La ofensiva militar de Israel contra la Franja de Gaza, de principios de año, incluyó todo tipo de atrocidades: desde la ejecución de civiles hasta la destrucción intencionada de bienes, de acuerdo a los testimonios de los propios solados israelíes que actuaron en la invasión y que fueron recogidos ayer por los medios de prensa, provocando una ola de conmoción que llevó al Ejército a anunciar una investigación.

Los soldados dieron a conocer sus testimonios durante una asamblea en una academia militar, el mes pasado. Allí aseguraron que durante la ofensiva en Gaza -entre el 27 de diciembre y el 18 de enero-, tenían órdenes "permisivas" y que dispararon contra mujeres y niños palestinos desarmados y dañaron de manera gratuita la propiedad privada.

Uno de los comandantes hizo referencia, por ejemplo, a la orden de disparar contra una anciana palestina, que salió a la calle a unos 100 metros de distancia de un puesto de control israelí. El oficial relató el episodio como un "asesinato a sangre fría".

Otro comandante narró cómo un tirador de élite abatió a una mujer y a sus dos hijos, después de que entraran por error a una calle distinta de la que le habían indicado los soldados que la habían desalojado de su casa. "No creo que (el tirador) se sintiera mal, porque desde su punto de vista estaba actuando de acuerdo con el reglamento", consideró.

"Yo no sé si era sospechosa o no", contó por su parte otro soldado israelí sobre la muerte de una mujer tiroteada por las fuerzas israelíes en una calle principal. "No conozco su historia, sólo sé que mis superiores enviaron gente al tejado para que la eliminara".

Según uno de los oficiales, en general entre las fuerzas israelíes impera la impresión de que "la vida de los palestinos es mucho, mucho menos importante que la de nuestros soldados". A menudo, los efectivos disparaban a ciegas y sin advertencia previa cuando tomaban las casas de los palestinos por asalto, agregó.

"Los superiores nos dijeron que estaba bien hecho, porque todo el que se queda (ante el avance de las tropas israelíes) es un terrorista", narró otro soldado en la academia. Siguió: "Yo no lo entendía, ¿a dónde iban a ir?".

"En Gaza hicimos cosas que diez días antes nos hubieran parecido horribles y que en aquellos momentos, con los bombardeos y viendo a los compañeros heridos, nos parecían normales", dijo a EFE un soldado que declinó dar su nombre.

Las declaraciones difundidas ayer por los medios locales aparecieron esta semana en una publicación para graduados de la academia. El Ejército anunció ayer que el fiscal general militar, Avichai Mendelblit, encargó a la policía militar investigar las acusaciones.

Durante la ofensiva murieron, según el Centro Palestino de Derechos Humanos, 1.434 palestinos y otros 5.303 resultaron heridos. Entre las víctimas mortales se encontraban 960 civiles.


http://www.clarin.com/diario/2009/03/20/elmundo/i-01880751.


-Aquellos que acusaban a la prensa de mentir y hacer una campaña antisemita y antisraelí.
-A los que hablaban del odio milenario a los judíos solo por criticar la incursión desmedida contra los palestinos.
-A aquellos que mandaban cadenas de mail en las que se indignaban contra que la sociedad que los discrimina.

Ahora que el ejército admitió las matanzas yo me pregunto:

-¿Por qué no salen ahora a sumarse a los repudios contra el ejército con la misma rapidez que salieron a acusar a todo el mundo de ser antisemita?
-¿Por qué ninguno sale a decir: “Bueno algunos tenían razón en criticar a Israel”?
-¿Por qué no salen a indignarse con el ejército asesino que dice defender el territorio israelí que tanto quieren?
-¿Por qué nadie sale a pedir disculpas o reconocer que se equivocaron con aquellos a los que acusaron de antisemitas y de discriminadores?
-¿Por qué no sale ahora Pilar Rahola, la periodista española antiarabe, a cuestionar al ejército de Israel en lugar de escribir las cosas que quiere leer la comunidad judía, (que por ese motivo la venera)?
-¿Por qué son tan ciegos y siguen negando lo innegable?

Gastón

AHORA O TAL VEZ NUNCA...

Creo que por primera vez en mi vida leo una nota en que coincido en todo o en casi casi todo.
¿Qué más puedo decir?, Aliverti me leiste el pensamiento y lo escrbiste en Página/12, se agradece...
Pasen y vean.
Tito.-
Por Eduardo Aliverti

Las siguientes líneas versan sobre un tema que a la mayoría de esta sociedad le importa un pito. Aclarémoslo de entrada, porque de lo contrario habría quienes puedan pensar, con todo derecho, que el periodista perdió relación con la realidad. O por lo menos, con la realidad que le interesa a esa mayoría.

Los factores de ese desinterés son diferentes pero concurrentes. Más a muy pocos que a muchos puede ocurrírseles ubicar en un lugar privilegiado de sus inquietudes cotidianas el punto de quiénes manejan la radio y la televisión. Y si acaso es modificable. Es un tema al que pueden dedicarse quienes tienen resuelto con alguna comodidad las urgencias coyunturales. También es cierto que, para que la cuestión pudiese alcanzar algún nivel de atracción popular o clasemediera (sobre todo esto último), se necesitaría que los medios habilitasen su difusión y debate con el mismo encomio que le dedican a los profundos pensamientos de Susana Giménez, a la batalla de egos entre Riquelme y Maradona o a que sus periodistas circunspectos pongan cara de “qué nos pasa a los argentinos”, sólo por ejemplo. Y, sobre llovido mojado, hay una crisis internacional de la hostia, elecciones adelantadas, ruralistas otra vez de paro y en las rutas, rabinos que comparan a Kirchner con Nerón, curas que convocan a la pena de muerte y, en fin, un clima generalizado de expectativas desfavorables. Por tanto, el intento de someter a discusión pública el proyecto de nueva ley de comunicación audiovisual tiene tanto de loable como de destino dudoso, por fuera de algunos ámbitos muy específicos. Los multimedios, y alguno muy en particular, no quieren saber absolutamente nada de debate alguno porque, aun cuando saliesen airosos en los números parlamentarios, el sólo hecho de abrir un cotejo de ideas dejaría desnudos sus intereses corporativos. Algunos obrarán ninguneando y otros, como ya ocurrió esta semana, saldrán con los tapones de punta a decir que se trata de amordazar a la prensa y/o que, en todo caso, el momento de crispación que se vive no es lo más adecuado para discutir qué se hace con la radio y la televisión. Nadie saldrá a decirles que hace 25 años que “no es el momento”, y si sale lo ignorarán. La batalla, entonces, se dirimirá en el Congreso si es que la propuesta aterriza allí, con el enorme riesgo de que tanto legislador sensible a los generosos aportes críticos de los medios independientes termine tumbando la ley. Si en la reyerta por la 125 jugó la especulación de con qué cara volverían a sus ciudades y pueblos en caso de no acompañar al “campo”, imaginemos el frío que les correrá por la espalda de sólo pensar lo que les espera si votan en contra del interés de los emporios mediáticos. En síntesis, se sale con dos o tres goles abajo, desde el vestuario, por la enormidad de una correlación de fuerzas desfavorable, en la que se conjugan el poder de una prensa virtualmente monopólica con la flaquísima percepción social acerca de que los medios de masas son decisivos en la determinación de cómo se vive, de qué se consume, de cómo se piensa, de qué se actúa. Y todo esto, sin contar siquiera como hipotético que el oficialismo, más allá de que la propuesta está muy bien elaborada, no esté dispuesto a que la ley pueda ser usada como prenda de cambio para favores electorales.
Bajo semejante panorama hay dos probabilidades: taparse con la frazada de la cabeza a los pies porque no se advierten chances objetivas de continuar avanzando, o dar la pelea en la seguridad de que merece ser dada, porque los medios son una herramienta estratégica de cualquier construcción política que se precie de tal. El firmante no comparte que la única lucha que se pierde es la que se abandona. Se lucha y se pierde tranquilamente. Pero es irrebatible que nunca se gana si jamás se lucha, y ésta es una lid que se justifica. Sería espantoso que los kioscos narcisistas de la progresía política e intelectual le sacasen el cuerpo a que, tras un cuarto de siglo, pueda derrotarse a la ley que los milicos y sus amanuenses civiles (es al revés, en realidad) nos dejaron como rémora casi invicta, como no sea por modificaciones que encima sirvieron para profundizar sus negociados de comunicación concentrada. Sería lamentable que la izquierda no comprendiese como tácticamente imprescindible el consolidar un campo de acción mucho mejor que el actual, para desarrollar un crecimiento concreto a través del manejo mediático. Sería imperdonable seguir recluidos en divagues retóricos, a la espera de la revolución proletaria universal, en lugar de aprovechar para ocupar lugares. Sería todo eso porque ratificaría que la vocación de poder se acaba en proyectos personalistas, y en acaparamiento de tribus de centros de estudiantes de la facultad, y en dar conferencias. Sería todo eso porque avalaría que lo progre y lo rebelde no sabría qué hacer con medios de comunicación propios y afines, por falta de capacitación pero, antes, por ausencia de claridad conceptual.
¿Qué carajo puede cuestionársele, con honestidad ideológica, a que dos tercios del espectro de radio y televisión puedan quedar en manos del sector público, de organizaciones sociales, de universidades, de cooperativas, de sindicatos? ¿Cómo se hace para no estar en contra de que un único permisionario tenga en la misma zona de influencia el diario, la radio, el canal abierto, el canal de cable? ¿Cómo hacemos para oponernos a que haya la posibilidad de que el fútbol no sea un gueto pago manejado por una corporación de atorrantes? ¿Qué decimos? ¿Que no hay que hacerle el juego al kirchnerismo? ¿Y qué cazzo nos tiene que importar el kirchnerismo, que al fin y al cabo no es más que una circunstancia de la disputa interburguesa, si quedan favorecidas condiciones objetivas de ocupación de espacios? Pero más que eso, en lógica de carácter transitivo: ¿entonces le hacemos el juego a Clarín, para ejemplificarlo con alguna cabeza de turco emblemática? ¿Eso vamos a hacer? ¿Vamos a detenernos para siempre en que este mismo gobierno es el que le renovó la licencia televisiva a ese grupo, y el que visteó la fusión de sus empresas de cable, y el que se dio cuenta recién ahora –como la rata en su momento– de que sale muy caro lo barato de comprar medios y periodistas como concepto de política comunicacional? Vamos: se puede reparar en eso para no comer vidrio, pero no paralizarse en eso. Porque quedar paralítico ahí es ser funcional a los intereses del sistema.
Siempre Gramsci, después de todo. Con el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad. La inteligencia da, para volver al comienzo, que esto le importa más bien a nadie. Y la voluntad es la inteligencia de que hay que aprovechar. Aun si se pierde, será mejor que haberse dedicado a masturbaciones de sectas y proyectos individualistas.
//

viernes, 20 de marzo de 2009

El arte del buen comer


Pituca cree que es el mejor,
el mejor culo para su sillón
y sabe bien que hoy su chance es gorda.

Le ha puesto, al fin, su nombre al toallón;
compró marfiles de la selva del Congo
y en su coco siempre hay un petardo.

Rodeado de grandanesas
que se salen de la blusa
con bestial dulzura, rouge y risas de Barón B,
así Pituca se la cree...

Aún ayer no ligaba el amor
y no enceraba nunca el bastón
su boca olía como un cenicero.

Tuvo un golpe de audacia y se dio
de timbero fogoso y feroz,
de los que nunca muestran todo el mazo.

Y hoy come la real manzana
y no deja ni pepita,
usa sal de melodrama,
pero sin abusar.
Y así Pituca se la cree...

Letra y Música: Beilinson- Solari

miércoles, 18 de marzo de 2009

LAGRIMAS


CARRIO LLORANDO CUANDO SE PUSO A HABLAR DEL TEMA DE LA INSEGURIDAD EN UNA CONFERENCIA DE PRENSA.

Esta es una carta de vecinos sanjuaninos a Marcelo Tinelli


Estimado Marcelo: luego de escuchar tus declaraciones en el programa deRial, donde tan claramente expones la pesadilla que están viviendo vos y otras personas en Buenos Aires y coincidiendo plenamente con tus expresiones de:
"La entiendo perfectamente a Susana (Giménez), si me mataran un serquerido también pediría la pena de muerte, y yo también estoy cansado de losderechos humanos a los presos".
"La gente ya no sabe como vivir, ni siquiera nos podemos mudar porque ¿adónde vas a ir? Todo el país es inseguro".
"Hoy te matan por el pancho y la Coca (Cola)".
"Miramos el país como si fuera una película, nadie se hace cargode nada. Yo no digo que hay que hacer la ley bruta pero algo hay quehacer".
"La inacción es lo que genera todo esto y nos estamos acostumbrandoa tres o cuatro muertes por día que aparecen en los medios y esas son solas lasque aparecen. Hay decenas, cientos de muertes más. Acá nadie se haceresponsable de las cosas".
"Salís a la calle y te matan a vos, a tu hijo, de seis tiros.
Vos vivís en un country cerrado, en un edificio con rejas, y los delincuentes andansueltos". "Nosotros no tenemos que encargarnos de esto (...); nosotros damos trabajo a la gente, entretenemos. ¿Por qué tenemos que estar controlando la cuadra, la casa, el barrio? Pagamos nuestros impuestos para que alguien vele por nosotros"
Un grupo de vecinos del asentamiento El Chorizo, ubicado en una zona rural de la provincia de San Juan, sensibilizados por tus palabras, nos reunimosen asamblea y, decidimos darte una solución. Nuestro barrio es humilde, teaclaramos, pero no hay inseguridad. O por lo menos la inseguridad que sufres vosen la gran ciudad. Si la memoria no nos falla aquí no han matado a nadie. Porlo tanto hemos decidido, por unanimidad, darte un lugarcito en nuestra barriada.
Hemos decidido esto porque ninguno de nosotros olvida tu valioso trabajode "entretenimiento" durante casi las dos últimas décadas. Quecoinciden con las más duras recordadas por muchos de nosotros. De hecho,nuestro asentamiento está ubicado en las antiguas vías del ferrocarril. ¿Te acordarás Marce del Ferrocarril? Ese que en los `'90, cuando empezabas tucarrera meteórica, Neustadt que nos "aleccionaba" usando el"sentido común" no nos "entretenía" como vos, decía quedebíamos privatizarlo porque nosotros (o el Estado) tenía que subvencionarlo.Hasta que por suerte desapareció (el ferrocarril, digo). Sin embargo pasó algocurioso. Muchos perdieron el trabajo, otros la forma de transportarse y por endeel trabajo, y otros que vivían de los que vivían gracias al tren tambiénperdieron el trabajo. Dicen que un millón de personas tuvieron que emigrar alas ciudades. ¿Será cierto? La cosa es que seguimos subvencionándolo. Si,podes creer, vos, yo, nosotros, los que pagamos impuestos. Pero no todas fueronpálidas, algunos salimos ganando. Gracias a Menem que lo hizo, Neustadt que noslo vendió y vos que nos sacaste la mufa, ahora tenemos donde vivir. Fueron épocas duras, pero por suerte vos estabas allí para "entretenernos".
¿Te acordarás Marce en los '90 cuando abrieron los mercados y cerraron las fábricas? ¿Cuando privatizaron YPF y se popularizaron los piquetes? Si te debes acordar. Era cuando el 1 a 1 que te permitía mandar los muchachos que trabajaban con vos a otros países para burlarse de los lugareños. Que gracioso. Después de buscar laburo todo el día, llegábamos a nuestro rancho para poder verlos y divertirnos junto con ustedes. ¿Que boludoslos italianos, no? Que divertido, menos mal que estabas vos para"entretenernos", Marce.
Por habernos entretenido tanto en esos amargos momentos es que te haremos un lugarcito en nuestro asentamiento. Ya hablamos con el puntero de turno y nos dijo que solo te cobrará $500 por la parcela. Si nosotros pudiéramos te ayudaríamos, pero nos agarra en mal momento porque ya hicimos la tómbola para buscar fondos para la operación de Yésica. La Yesi es hija de una niña de 14 años con desnutrición que nació con una malformación. Marce: ¿sabias que enArgentina mueren 20 niños por día por desnutrición? ¿Casi una tragedia no? Pero volvamos a la tómbola. No nos quedó otra porque, como te imaginaras, La Yesi no tiene obra social, y en el hospital no tienen insumos. Esto también empezó en los '90 Marce. ¿Te acordarás? Era cuando mostrabas las chicas pulposas. Que buenas estaban, Marce. Parece que estábamos demasiado"entretenidos" porque llegaron unos tipos de unos organismos internacionales que nos decían que para pagar la deuda externa había que bajarlos gastos en salud y educación. ¿Te acordarás? Parecían bloopers de VideoMach. Tal vez no te acuerdas, y lo entiendo, porque no podes estar entodas: buscando gente de quien burlarte, chicas que quieran mostrar los pechos por unos pesos, coordinar con los del programa para ver cuando hay que reírse, cuando aplaudir, cuando burlarse, la publicidad, la fama.
Lo de la educación no nos importa tanto. Por aquí ya casi nadie va a la escuela. ¿Sabías Marce que en la Argentina para el 2001 no superaban un 25%los jóvenes entre 20 y 24 años con secundaria completa? Igual a nosotros nonos complica, porque para cosechar uva, tomate y trabajar en la construcción nonos exigen la secundaria. De hecho, menos mal que no nos exigen ni la primaria o saber leer y escribir. Menos mal Marce, sino estaríamos realmente jodidos.
Tu parcelita estaría al lado de la de los Carrizo. Son buena gente. Si hubiera trabajo trabajarían de seguro. Don Carrizo toma mucho, pero nunca le ha pegado a nadie que no sea su mujer o sus hijitos. Dicen que se puso malo desde que Carlos, el hijo mayor, tuvo el accidente. Se cayó del camión de la cosecha y lo aplastó el trailer. La policía no sabía si ponerlo como accidente de tránsito o de trabajo. ¿Sabías Marce que en el 2008 murieron más de 8100 personas en accidentes de tránsito? ¿Y que en ese mismo año murieron más de1000 en accidentes de trabajo? Es impresionante. ¿No Marce? Pareciera uncastigo de Dios. Igual a Carrizo no le importó como lo anotaron, solo le dolióla muerte de Carlos y que este dejara su novia e hijita desamparadas. El viejo no lo supera. Ah. ¿sabias que Don Carrizo era ferroviario?
Volvamos a tu parcelita Marce. Es la más alta del asentamiento, por lo que es improbable que se te inunde en la época de lluvia. Igual en San Juan nollueve mucho. No hay agua potable, pero por unos pesos te llenan unos tachos y listo. Lo que si, tienes que asegurarte unos mangos a fin de semana para tal fin. Tampoco creo que tengas problema en conseguir trabajo. Tal vez puedas ser locutor de radio. Aquí son tan malos que lo único que hacen es imitarte a vos. Llegas a venir vos y los flacos se tienen que hacer vecinos nuestros. Quedarían, realmente, en la lona. ¿Como no le van a dar trabajo a MarceloTinelli? Educado (¿terminaste la secundaria vos, no?), blanco, alto, con toda la facha y la mosca. ¿Como hiciste Marce para que te vaya tan bien cuando la mayoría de los argentinos quedaba en la pampa y la vía? Y después la mayoría en la pampa y nosotros en la vía (ja, ja, un chistecito de los tuyos). Te confieso que por momentos te tengo envidia. Pero nunca como para matarte,tranquilo.
Hablando de muerte, acá me recuerda doña Carmen que si hubo un hecho desangre. No en nuestro asentamiento, pero el Sordo, como le decían, era vecino nuestro. Lo mató la policía un día que se escapaba con un televisor y un dvd robados. Le gritaron: ¡ALTO!, pero no escuchó. No salió ni en las radios pedorras de acá. Se le había roto el suyo y quería verte, cueste lo que cueste, decía. Eras su ídolo. Igual, como dice la Su: el que roba tiene que morir. ¿O el que mata? Bueno, no se, alguien siempre muere de todas maneras.
Bueno Marce, no queremos distraerte más con cosas sin importancia. Sabemos que pronto contaremos con tu vecindad, ya que si bien es una comunidad humilde, se aleja mucho del infierno de vivir en un country encerrado y al acecho de una turba de mal vivientes esperando arrebatarte la vida.
Un afectuoso abrazo y te esperamos.

Vecinos de El Chorizo

PD: acá también comemos panchos, pero con Tuya (Cola). La vida vale unpoco menos.

miércoles, 11 de marzo de 2009

CODIGOS




Es muy difícil escribir sobre fútbol sin caer en las apreciaciones subjetivas y las pasiones propias de un juego que fanatiza y enloquece a gran parte de la sociedad argentina. Por eso, y aclaración mediante, intentaré escribir unas líneas (bastante) objetivas sobre el nuevo renunciamiento de Juan Román Riquelme a la Selección Argentina.

Antecedentes:

Cuando Fernando Redondo renunció a la selección, por entender que cortarse el pelo para jugar al fútbol era una orden más propia de un general que de un entrenador de fútbol, en nuestro país se le dijo de todo menos lindo. Hasta algún periodista, de esos que piensan que son ejemplo de rectitud moral, lo llamó “traidor a la patria”. Así, por las estupideces cuartelarías de un técnico, la selección se perdió del mejor número 5 del que tenga memoria. Y a un jugador que con 29 partidos con la celeste y blanca ganó dos Copas América y formó parte esa constelación de estrellas que era el equipo de 94, que con sólo dos partidos mostró más fútbol que cualquier otro de ese mundial.
Más de 10 años después, y tras la eliminación de Argentina de la copa del Mundo de Alemania, Riquelme renunciaba a la selección argumentando que debía cuidar a su mamá. Al parecer, ésta ya no soportaba más las críticas a su rendimiento en aquél mundial.
Sin duda fue una razón valedera, teniendo en cuenta que éste es un país donde se hace culto a la madre, “la vieja es sagrada viste”. Y si la vieja sufre hay que dejarlo todo.
Es por ello, que (casi) nadie se animó a pronunciar crítica alguna sobre el alejamiento voluntario de Román (al contrario de lo que había pasado con Redondo) y sólo se escuchaban ¿rezos? para que Román vuelva a vestir la 10 del seleccionado.

Volver:

Vaya a saber uno por qué misterios del universo, un día Román observó que su madre ya estaba bastante mejor, que ya no sufría por su presente y con gran pompa anunció que estaba a disposición del por entonces entrenador de la selección, Alfio Basile. El “Coco” rápidamente lo convocó.
A nadie se le ocurrió nunca preguntarle lo que había pasado, cómo era que su madre ya no se ponía mal cuando hablaban de él, ni ninguna otra cosa. Román había vuelto y mejor no preguntar nada, el pueblo feliz.
Lo que no fue tan feliz, fue el desempeño del seleccionado desde que volvió: estrepitosa decepción en la Copa América de Venezuela y magros y pobres resultados en las eliminatorias (los juegos olímpicos no cuentan como resultados de la selección ya que es un torneo sub 23 y aunque se le ganó muy bien a Brasil, los demás rivales fueron de poca monta cuando no de nula).

Román más grande que el Campo:

Es extraordinario como el fútbol puede hacer olvidar (aunque sea por unas horas) la coyuntura nacional. Si hasta los cuatro jinetes del Apocalipsis agrarios, parecieron no importarles a nadie (al menos por un rato y sólo por un rato, no tuvimos que ver a los mártires sojeros llorando por TV). Y hasta las pacificas y hermosas palabras de los próceres de la TV arengando a meter bala a todo aquel que parezca chorro, desaparecieron del aire mediático como por arte de magia. Gracias Román en esto si que me diste una alegría.

Reincidir:

Maradona había dicho unos días antes que un Riquelme “calesitero” que gire con la pelota al lado del 5 no le servía, que lo necesitaba ágil de mente y rápido con la pelota. Nada que muchos no pensemos y que a otros parece encantarles. Sin embargo en ningún momento se pensó que Riquelme quedaba out de la convocatoria para las eliminatorias. Nadie o casi nadie se animaba apostar que Diego lo iba a dejar afuera, porque además, tampoco lo dijo.
Sin embargo, a los pocos días Riquelme renuncia a la Selección (por segunda vez) argumentando, no ya que su pobre vieja se angustiaba, si no que Maradona y él “no tenían los mismos códigos”. Y entonces: “Extra extra, tragedia nacional Riquelme deja la selección”
Pero permítanme los siguientes cuestionamientos, ¿Es realmente trágico que Riquelme deje el seleccionado? Si hablamos de números, de resultados (y ojo! Si algo que no es quién escribe es resultadista, el menembilardismo y sus súbditos me repugnan, pero hoy en día el que no gana out), ¿cuántos títulos ganó Riquelme en la Argentina?, ¿cuántas actuaciones descollantes de él en la selección, quedaron en la memoria de los futboleros?, ¿fue al menos un líder positivo e indiscutido dentro de la cancha?
Por estas horas se escuchan comentarios realmente cómicos. Resulta que Maradona eligió a Messi sobre Riquelme. ¿Alguien con una mínima noción de lo que se trata el fútbol podría comparar a la estrella del Barcelona, de tan sólo 21 años y llamada a ser el rey del fútbol por mucho tiempo, con Riquelme? Y además, cuándo fue que eligió Diego tal cosa. Porque el futbolero suspicaz puede hacer las conjeturas que quiera, que Messí no lo quiere a Riquelme, que Román no lo banca a Lionel, cualquier cosa lo que quieran, pero la única verdad, como decía el General, es la realidad (¿estoy seguro de esto?, mmm creo que no, bah no se). Y la realidad, es que Maradona nunca dijo que Román estaba fuera. Sin embargo, vaya a saber por qué misteriosos códigos que al parecer el histórico 10 de la selección no tiene, o dejó de tener, ya que hace unos meses (toda la vida) Riquelme le tiraba flores por todos lados a Maradona, Román renunció.


Secretos finales y miserias propias:

Tal vez nunca sepamos con precisión que fue lo que pasó entre los dos 10, ¿cuáles fueron los códigos rotos? o las heridas de vanidad que se tocaron. Sólo queda esperar que el tiempo nos devele cuán importante o no era Riquelme para la selección, mientras tanto este cronista vuelve a creer en Dios y le reza todas las noches para que su descarrilado equipo reciba una mano divina que lo deje en primera. Lo sé, en un acto francamente despreciable (sepan disculpar) recurrir a tamaña figura sólo en los momentos críticos, pero qué quieren, a nosotros no nos salva ni Messi, ni Riquelme, ni Maradona, de algo uno se tiene que agarrar…
Tito.-

lunes, 2 de marzo de 2009

LUGARES COMUNES

La caja
Otra reflexión sobre el abuso del término “la caja” para sembrar sospechas que al mismo tiempo dispensa a algunos opositores de explicar qué idea de Estado tienen en mente.
Por Sandra Russo

Entre los lugares comunes más tramposos que circulan en este país desde el año pasado, puede ubicarse a “la caja”. Primero fue una palabra casi inevitable en bocas opositoras para referirse al ministro Julio De Vido. Elisa Carrió, que ahora desbarranca con sus visiones del Estado de Israel “invadido” y con una presunta violencia doméstica en Olivos, fue pionera en hablar de “la caja”. En innumerables intervenciones públicas señaló a “la caja” como el objetivo inconfesable que movía una u otra política de Estado. Mientras se instalaba a “la caja” como una recaudación negra que serviría básicamente para financiar campañas políticas del oficialismo, otros dirigentes opositores tomaron la posta y con el tiempo, “la caja” salió de la esfera del Ministerio de Planificación y se extendió a cualquier decisión oficial. El colmo fue una declaración de Bussi, hace una semana, quien después de todo el camino recorrido, la saliva derrochada y la presión ejercida, concluyó: “Está demostrado que las retenciones tienen por objeto la recaudación”.
En un punto uno no puede menos que preguntarse si le están tomando el pelo, si se quedaron sin letra o si mezclan cinismo con regla de tres simple. ¿Qué otro objetivo podrían tener las retenciones o los impuestos de cualquier tipo, acá y en cualquier país del mundo, que la recaudación fiscal? Es como denunciar: “Está demostrado que las vacunas tienen por objeto la inmunización” o “Está demostrado que los candidatos tienen por objetivo ser elegidos”.
Pero cuando se habla de “la caja” se dice otra cosa que ya no es necesario explicar porque el sentido común argentino fue perforado por un subtexto. “La recaudación”, así, también se escapa a la lógica de cualquier Estado bajo cualquier gobierno. Implica que “la recaudación”, como “la caja”, son un botín espurio del oficialismo, que no buscaría gobernar, timonear la crisis, subsidiar, invertir, compensar a sectores vulnerables, financiar obra pública o sostener empleos, sino solamente mantener narcisísticamente al kirchnerismo en el poder. En este punto, el uso retórico de “la caja” anula la dimensión de un proyecto político concreto o la aspiración a un diseño de país que no sea el del granero del mundo, al que se busca restaurar por las buenas, las malas y las más o menos. El manotazo discursivo que incluye la apelación a “la caja” neutraliza de ese modo algo central: precisamente, la dimensión de un proyecto político concreto, y la aspiración a otro modelo de país.
La inclusión de “la caja” en las presuntas denuncias que hacen vistosos opositores no hace más que negarle al Estado su pretensión de ser un jugador importante en las peleas por el poder. Es necesario leer entrelíneas, en estos momentos en los que hasta los países que promovieron todos los achicamientos del Estado se refugian en él para poner un poco de orden en el caos que sembraron los mercados. Sería preferible e interesante saber qué papel le asignarían al Estado los que se van perfilando como candidatos a cualquier cosa. Ese rol asignado permitiría coincidir o disentir con ellos, porque de ese rol asignado los ciudadanos podríamos deducir qué modelo de país tienen en mente. Pero para eso deberían dejar de hablar de “la caja” y sincerar su ideología, porque es de rigor que si aspiran al poder, aspiran a la administración del Estado. ¿Qué harían con él? ¿Lo desfinanciarían? ¿Lo adelgazarían? ¿Lo invisibilizarían? La escena política argentina se volvería más seria si nos contaran eso.
Tito.-